–Usted estudió Derecho. ¿Cómo ganó la decisión de ser edi-or?
–Estudié Derecho por la presión de encontrar algo con salida, lo cual, visto con veinte años de distancia, es una trampa. Ser editor está dentro de uno. De forma profesional lo soy desde los treinta años, cuando me contrató una editorial madrileña. Fue la primera de las tres editoriales en las que trabajé antes de crear Impedimenta.
–Los libros de Impedimenta contienen textos de calidad y además son libros bonitos, muy cuidados en el diseño y en el continente. Tener libros de esta editorial supone poseer buena literatura y también objetos bellos.
–Yo no sería capaz de comprar un libro feo, mal hecho. El respeto por el lector, por el librero, por el periodista y por el autor pasa por hacer bien un libro: bien maquetado, bien traducido y elegante. Además, en un momento en el que lo audiovisual es un competidor muy potente del libro, este tiene que ser un objeto atractivo. Que nuestros libros sean bonitos no significa que nuestro catálogo sea descuidado: hacemos mucho hincapié en un catálogo coherente.
–En el catálogo de Impedimenta, conviven autores clásicos (publicados más al principio que últimamente) y autores actuales.
–Ciertamente. Empezamos con una clara vocación de recuperar libros que no estaban disponibles. A partir de un determinado momento, empezamos a apostar también por autores más actuales, como Mircea Cǎrtǎrescu, Jon Bilbao, Eduardo Berti y Dragan Velikić, y por autores recientemente fallecidos, como Penelope Fitzgerald, Kingsley Amis y John Fowles. Nuestro interés es ir acercándonos más a la actualidad conforme vayamos avanzando en nuestra vida, porque la verdadera labor del editor es descubrir autores de su generación.
–Entre sus mayores aciertos está publicar a Natsume Sōseki, entre los autores clásicos, y a Mircea Cǎrtǎrescu, entre los autores actuales.
El séptimo libro que publicó Impedimenta, en 2008, la novela Botchan (de Sōseki), ganó el premio Llibreter. Fue el primero de nuestros libros que llegó de una manera evidente a los lectores (se vendió muy bien) y sobre todo colocó a Sōseki, que es un gran autor y no estaba en las mesas de novedades, en la actualidad: se volvió a leer y se volvió a editar, no solo por Impedimenta. En cuanto a Cǎrtǎrescu, es uno de los grandes autores actuales de la literatura mundial. Es un honor ser sus editores y, en cierto modo, haber sido sus descubridores en España: desde que empezamos a publicar sus obras, hemos ido creando un autor de culto.
–Impedimenta “se define como una editorial de fondo”, que “apuesta decididamente por la política de autor”.
–Efectivamente. No consideramos las obras literarias obras únicas, sino parte de la trayectoria de un autor. Siempre que publicamos a un autor, intentamos ver qué más cosas tiene escritas. Casi todos los escritores inciden en las mismas ideas: unos libros se complementan con otros. Nuestra intención es hacer ese seguimiento. Por eso incidimos tanto en el tema de la política de autor.
–Impedimenta apenas ha publicado a autores españoles o hispanoamericanos.
–Los autores españoles que nos gustaban ya tenían editorial. Últimamente, hay autores de una extraordinaria calidad, como Jon Bilbao, Eduardo Berti, Fernando San Basilio y Sergi Puertas, que están muy contentos de que seamos sus editores. Estamos abiertos a nuevas propuestas.
–Además de obras de narrativa, que ocupan el grueso del catálogo, Impedimenta ha ido incorporando obras de no ficción, infantiles y cómic.
–Las obras de no ficción tenían al principio su colección, pero desde hace tiempo hemos incluido estos libros dentro de la colección de ficción porque nos parece lo más coherente: son libros de no ficción dirigidos a lectores de ficción, es decir, al mismo tipo de lector. Por otra parte, hay que decir que me gusta mucho el cómic, así que, en cuanto tuve la oportunidad, abrí una colección dedicada a la novela gráfica, que se llama El chico amarillo, en la que sacamos tres o cuatro títulos al año y que está yendo muy bien. En cuanto a las obras infantiles, hace un par de años abrimos la colección La pequeña Impedimenta, en la que sacamos dos o tres títulos al año y que nos ha dado grandes alegrías.
–De los más de doscientos títulos publicados, ¿de cuáles está más orgulloso?
–De los que no nos han funcionado, como Lección de alemán (de Siegfried Lenz), una de las grandes obras de la literatura alemana del siglo XX, que tuvo una recepción crítica increíble, pero que no logró llegar a muchos lectores, y Amor de Artur (de X. L. Méndez Ferrín), que es uno de los grandes libros de la literatura peninsular del último siglo, pero que no nos acabó de ir bien.
–En Impedimenta, ¿cuánto hay de planificación y cuánto de improvisación, intuición o aceptación de sugerencias externas?
–Hay una mezcla de todo eso. Hay mucho de intuición y aceptamos muchas sugerencias, pero, cuando tenemos la obra, planificamos de una manera férrea el plazo de edición y su promoción.
–¿Cuáles serán algunas de las novedades de 2018?
–Resaltaría los siguientes: La cámara verde (de Martine Desjardins), una novela gótica fascinante; El prado de Rosinka (de Gudrun Pausewang), un libro documental maravilloso que habla de la vida alternativa en los años treinta; Lucky Jim (de Kingsley Amis), la gran obra maestra de la literatura inglesa, en una nueva traducción; la novela Papá se ha ido de caza (de Penelope Mortimer), una especie de sátira feminista; Agua verde, cielo verde (de Mavis Gallant), una novela que tiene como protagonistas a una madre y a su hija; y el libro de cuentos El silencio y los crujidos (de Jon Bilbao), un tríptico maravilloso sobre la soledad.
–¿Qué diría de la situación actual del sector editorial español?
–Tengo la sensación de que vivimos una auténtica edad de oro de la edición. Desde hace diez o quince años hemos aparecido una serie de editoriales que hemos recogido el testigo de las grandes editoriales literarias y que tenemos muy buena sintonía entre nosotras. La riqueza de propuestas interesantes es increíble. Estamos en un momento en el que se hacen buenos libros y se traducen bien, con lo cual yo soy optimista. No creo que el libro vaya a desaparecer.
–¿La locura de Alonso Quijano demuestra que los libros tienen algún tipo de veneno?
–Cuando uno lee un libro se evade. Pilar Adón, mi socia y mi mujer, siempre dice esta frase de Fernando Pessoa: “La literatura nos sirve porque nos saca de aquí”. Es justamente eso. Es un veneno, es casi más que cualquier droga. No podemos vivir sin leer.
ROBERTO RUIZ DE HUYDOBRO