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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

El placer de editoriales como Impedimenta o Periférica

Muy de vez en cuando la literatura obra milagros, no sólo en el campo personal –un libro que nos cambia la vida, un libro que nunca podremos olvidar, un libro que…– sino también en el denostado campo editorial.

Las editoriales son empresas que buscan dinero; cuanto más ganen, mejor, y da igual si por el camino pierden sus principios, su marca personal. Si hay que publicar bestsellers, se publican, si hay que publicar a gente que no sabe escribir pero que va a ser un bombazo, se hace. Es en esas editoriales donde lo menos importante es, curiosamente, la literatura.

Sin embargo, existen pequeños grandes milagros en ciertas editoriales. Editoriales a las que, verdaderamente, les importan las letras, los autores, la calidad más que la cantidad. Impedimenta y Periférica son dos de ellas. En ellas, entre sus publicaciones, pueden descubrirse auténticos tesoros literarios que atesoran, a su vez, no sólo que la literatura de calidad está muy viva sino que también hay vida más allá del dinero. Aunque, para ser justos, bien es cierto que sus precios son bastante elevados -entre 15 y 20€ normalmente-, aunque no tanto como la editorial Alba, que se lleva la palma. Y, pese a todo, cuando abrimos el libro, lo leemos y lo cerramos, lo colocamos en nuestra librería particular y lo miramos, sabemos que ese dinero no ha sido gastado en vano. Tenemos ante nosotros obras maestras de autores no muy conocidos que han producido, por el simple placer de escribir, auténticas perlas, auténticas maravillas.

Así, en Impedimenta nos encontramos con Penélope Fitzgerald y Stella Gibbons, ambas inglesas, ambas magníficas escritoras de época; nos encontramos con Stanislaw Lem (“Solaris” o “La investigación”); con Félix Fénéon con su “Novela en tres líneas”, una novela interesante y novedosa, que se escribe de tres en tres; Muriel Spark, “Las señoritas de escasos medios”, una fantástica novela ambientada en el Londres de después de la segunda guerra mundial, y que narra –como también lo hace el “Ronda nocturna” de Sarah Waters– los sentimientos y el estado de la gente tras la gran y devastadora guerra; Georges Perec, Eudora Welty, Joan Lindsay, “Picnic en hanging Rock”; los clásicos Daniel Defoe, Stendhal, Dickens, Lawrence y Leonard Woolf, y la más reciente Pilar Adón y su fabuloso libro de relatos “El mes más cruel”.

Y en Periférica encontramos tanta calidad como en Impedimenta: a Elizabeth Smart y su “En Gran Central Station me senté y lloré” y la segunda parte, “Los pícaros y los canallas van al cielo”, ambas una oda al amor, perdido y ganado, y a la desesperación. También nos encontramos con un miembro del grupo Bloomsbury que escribió “A toda vela”, C.H.B. Kitchin; a Lorenza Mazzetti y su “El cielo se cae”; a David Garnett –relacionado con los Woolf– y su “Formas del amor”; “Los libros son tímidos”, de Giulia Alberico, y muchas, muchas obras de igual calidad.

La literatura tiene auténticas obras maestras que editoriales como Impedimenta y Periférica rescatan del olvido. Ellos nos las traen entre algodones, con un amor absoluto y, sobre todo, con un respeto máximo, y nos hacen un poquito más felices al leerlas. Lo que demuestra que no todas las editoriales buscan, única y exclusivamente, hacerse ricos a través de la mediocridad.