Nacido en el seno de una familia obrera de Nottingham (Reino Unido). Hijo de un padre analfabeto casi siempre en el paro, Alan Sillitoe (1928-2010) es uno de los mejores novelistas del pasado siglo, surgidos de la desencantada y frustrante posguerra de su país, paradójicamente vencedor de una devastadora contienda. A los catorce años, Sillitoe dejó la escuela y, tras distintos trabajos entró en una fábrica de bícicletas como su más famoso personaje literario Arthur Seaton. En 1946 se alistó en la RAF como operador telefónico. Pero tuvo que regresar a Inglaterra desde Malasia al haber contraído la tuberculosis. Retirado a los 21 años con una paga del Ejército, vivió durante años en países como Italia, Francia y España. En Mallorca conoció a Robert Graves, quien le animó a publicar su primera novela sobre un joven obrero de Nottingham.
Alan Sillitoe pertenece al movimiento que fue llamado en los años 50 Angry Young Men (los «jóvenes airados) junto con Kingsley Arnis, John Braine, pero sobre todo John Osborne, cuya obra de teatro Look Back in Anger (Mirando hacia atrás con ira, de 1956) dio nombre a aquella corriente iconoclasta y transgresora, de contestación y crítica furibunda contra el establishment. Sillitoe representa, dentro de aquel grupo, la vertiente más auténtica de tradición de la «novela proletaria». Una tradición totalmente trastocada en su caso, como se vio enseguida con su prímera obra Sábado por la noche y domingo por la mañana, de 1958, que se convirtió en un clamoroso y en muchos casos, escandaloso éxito. De narradores concienciados y de izquierdas de la epoca de la Depresión de los años 30, del estilo de Orwell y Steinbeck, lo distanciaban tanto el personaje de su antíhéroe cínico, asocial y sin atributos, como el áspero tratamiento literario, que no se preocupaba en absoluto de ejemplarizar y maquillar a un joven obrero sinvergüenza que únicamente se preocupa por memorizar la lista de maridos con turno de noche de la fábrica donde trabaja para acostarse con sus mujeres y de emborracharse hasta perder el sentido.
Arthur Seaton, genialmente interpretado en la gran pantalla por Albert Finney, podía parecerse a esos golfos egoístas opermanentemente enfurruñados y malhablados de las novelas de John Fante. No hay que olvidar que el padre de Sillitoe estuvo en prisión cuando él era pequeño. El único lema que ilumina la vida del protagonista de la magnifica Sábado por la noche… es «emborráchate y disfruta». Seaton, robusto currante de veintidos años durante cinco días a la semana e indomable juerguista de «la noche del sábado, la mejor y la más divertida de la semana», siente que se acerca la hora de picar el anzuelo, como dice al conocer a Doreen, una buena chica trabajadora que al principio, conpagina sin problemas de conciencia, con dos mujeres casadas, a una de las cuales ha dejado embarazada, es algo que «no puedes ignorar toda la vida».
Él, que siempre ha sido un rebelde («el que lo fue una vez, lo será siempre»), sabe también que su destino será no parar de «pelearse»: con madres, esposas, caseros, patrones, policía, ejército, gobierno. La gente como él no tiene escapatoria.
Mercedes Monmay