Alan Sillitoe (1928-2010) era un genuino hijo de la clase obrera hasta que, poco después de la II Guerra Mundial, se hartó
de apretar tuercas en una fábrica de bicicletas. Su devenir le llevó a Mallorca, le hizo conocer a Graves y, a la altura, de 1958 le permitió dar un bombazo con este Sábado por la noche y domingo por la mañana, que sería llevada al cine dos años más tarde por Karel Reisz. Entre tanto, en 1959, confirmó su gramaje de narrador con los cuentos de La soledad del corredor de fondo. Los protagonistas de Sábado por la noche… también son hijos genuinos de la clase obrera: currar, mamarse y, con un poco de suerte, levantarle la chica a alguien. Sillitoe consigue convertir en héroes a semejantes autómatas crujientes. Les desnuda bien el hábito y la entraña. Los coloca al borde de sus infiernos abisales. Y, de ese modo, nos ofrece la radiografía del lecho social sobre el que habría de cuajar la gran revuelta moral de la década de 1960.
«Sábado por la noche y domingo por la mañana»: Héroes de cerveza que preludian la gran revuelta.
Y, de ese modo, nos ofrece la radiografía del lecho social sobre el que habría de cuajar la gran revuelta moral de la década de 1960.