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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«El inicio de la primavera», en La Biblioteca Imaginaria

Es una novela de silencios y espaciosa, donde le toca al lector imaginarse determinados aspectos, donde no todo está dicho, lo cual, a mi entender, le aporta si cabe más valor.

Tras haber leído “La librería” de la misma autora, los prejuicios me empujaron a creer que iba a encontrar algo ligeramente distinto. Pensaba encontrarme con un mundo sajón, quizá londinense. Y lo que uno se encuentra es Moscú en invierno, un ambiente tan radicalmente opuesto a mi idea original que me sorprendió. La trama de “El inicio de la primavera” se centra en una familia inglesa y de posibles que regenta una imprenta en la Rusia de principios del siglo XX. La novela comienza en el momento en el que la madre abandona a la familia. Partiendo de este inicio, Fitzgerald crea un universo en el que es capaz de contar desde los grandes acontecimientos, como los devenires políticos y cambios sociales, hasta los pequeños detalles: el modo de trabajar en una imprenta, las miradas de unos personajes a otros, etc, todo ello aderezado con unas descripciones que, aunque no abundan demasiado, son totalmente exactas, llamativas y preciosas. ¿Cómo puede contar tanto y no caer en la pesadez? ¿Cómo condensar tantos temas sin ser aburrida? ¿Cuál es su secreto? La sutileza. No nos cuenta cada detalle, cada palabra y cada gesto, sino que nos da un esbozo, un guiño y una frase. Lo relevante es que su estilo va calando poco a poco: no hay muchas descripciones, pero las que incluye son elocuentes; no hay demasiados personajes, pero los que existen son un modo de ejemplificar a todo un grupo de individuos, es decir, como un modo de actuar, como una silueta de una escena más grande.
La mezcla de todo lo anterior da lugar a una novela elegante, donde tiene cabida tanto el relato social de la época, como la crítica a determinados sectores de la población y donde al mismo tiempo juega un papel importante la intriga y las incógnitas que nos va planteando. Lo que Fitzgerald propone es una novela compleja, que se puede mirar desde tantos ámbitos como ella propone. Es una novela de silencios y espaciosa, donde le toca al lector imaginarse determinados aspectos, donde no todo está dicho, lo cual, a mi entender, le aporta si cabe más valor. Se trata, pues, de una novela muy interesante, compleja y tupida, con más fondo del que se ve a simple vista. Me ha gustado aún más que “La librería”, por lo simple que parece y la de vericuetos que tiene. Sin duda, la prosa de Fitzgerald se puede calificar como impecable.