La primera lección de cualquier manual para comentar textos literarios es que uno debe haber entendido lo que se dispone a reseñar. En el caso de “Un rey sin diversión”, del escritor francés Jean Giono (Manosque 1895-1970) empezamos mal porque tengo la sensación de no haber comprendido lo que el autor quería decir. Sin embargo, uno de los valores de este raro libro es su cualidad misteriosa y extraña además de su complejidad narrativa. La historia está ambientada en un pequeño pueblo de la Provenza sepultado bajo la nieve en el invierno de 1843. A mediados de diciembre desaparece sin dejar rastro una chica de veinte años de las que en la localidad llamaban guapas: es decir que tenía gruesas pantorrillas, muslos gruesos, pechos grandes y se movía deprisa (sino, se considera que es tiempo perdido). Tras este misterioso suceso, un joven fue atacado, un cerdo mutilado y más tarde se produjeron más desapariciones. A los atemorizados lugareños no le quedó otro remedio que llamar a los gendarmes y estos llegaron a las órdenes de un enigmático y expeditivo personaje que pasará a ser el eje del relato. Giono escribió “Un rey sin diversión” justo al terminar la Segunda Guerra Mundial cuando él había sido marginado por la sociedad literaria francesa por sus posiciones pacifistas. Quizás este momento crítico sirva para explicar la dificultad de esta novela en la que el lector avanza sin apenas entender lo que sucede pero cautivado por su belleza literaria.