La narración se centra en Víctor, un ser solitario y escritor de éxito que recrea literariamente un suceso de adolescencia, cuando en un campamento juvenil tuvo un encuentro sexual con un compañero disfrazado de mujer.
El hecho marcará para siempre, entre el gozo y la sombra, el infierno y el paraíso, su existencia. La conquista de Cartarescu es de orden verbal y suponemos (dado nuestro desconocimiento también del rumano) que ayuda la traducción. El ritmo de la alucinación obsesiva de Víctor, su barroquismo en relatar un mundo onírico nos acerca a un personaje autorreferencial y escindido, que es tanto una metáfora de esa adolescencia incómoda y lúbrica como de la propia vocación artística, de la tortura creativa de quien en el mundo desea dejar huella. Dice el prologuista Carlos Pardo que “Lulu” es “una experiencia límite”. Lo es a semejanza de una película de Tarkovsky, una obra de arte de la que no se sale indemne.