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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Afirmaba la escritora Flannery O´Connor (Georgia, Estados Unidos, 1925-1964) que “la ficción trata de lo humano, y estamos hechos de polvo. Si se desprecia el cubrirse de polvo, entonces no se debe intentar escribir ficción”. Eliminaba así cualquier atisbo de divinidad en la labor literaria y destacaba que es un trabajo muy duro.

Un enorme grupo de escritores a lo largo de la historia comparten y confirman la aseveración. Muchos, además, incluso demostraron que eran capaces de cubrirse con el polvo de la literatura y también con el de otros oficios que les permitieron sortear el hambre y sobrevivir. El libro Trabajos forzados. Los otros oficios de los escritores, de la italiana Daria Galateria (Roma, 1950) y traducido al español por Félix Romeo (Editorial Impedimenta, 198 páginas) da cuenta de las diversas profesiones en las que trabajaron reconocidos escritores del siglo XX como Jack London, Dashiell Hammett, Franz Kafka y George Orwell.

La obra, dividida en 24 capítulos, uno para cada escritor, más una introducción que actúa como marco, narra a buen ritmo los aspectos más interesantes e increíbles de sus biografías. Entre ellos, relata las aventuras de Lawrence de Arabia, que viajó Oriente como soldado y arqueólogo; los trayectos del aviador Antoine de Saint-Exupéry; y la retahíla de trabajos que desempeñó Maxim Gorki, como repartidor, pinche de cocina, pescador y empleado en una zapatería.

Los relatos son como pequeños cuentos, directos, con gancho, pero con una documentación muy rica, apoyando en datos cada afirmación e incluyendo declaraciones que dejaron por escrito los autores. En ellas, reflexionan sobre su vida y su trabajo. Recoge, entre otras, citas como la de Thomas Eliot, que se empleó como banquero: “La poesía no me ha sido de gran ayuda en mi carrera bancaria; en cambio, mi trabajo en la banca me ha permitido escribir mis poemas. Por la noche, no tenía el espíritu envenenado del trabajo del día y podía llevar adelante dos vidas intelectuales distintas”.

Rememora palabras como las de Charles Bukowski, que desempeñó diversos trabajos, como conductor para la Cruz Roja, empleado en un almacén y cartero, y escribía, comparándolo con las conferencias que impartía, que incluso le provocaban vómitos, que “es más fácil trabajar en una fábrica. Allí no hay tanta presión”. Como escribió Giovanni Bogliolo en Book Avenue y se destaca en la contraportada de la obra: “Trabajos forzados constituye una excelente oportunidad para ver a los escritores desde una perspectiva inédita”.

Atestigua que vivieron situaciones de penuria, hambre, enfermedad, abandono, al tiempo que narra historias de superación e ingenio y aventuras fascinantes. Retrata el carácter peculiar de cada escritor, muchos de ellos con vocación nómada, su talento y su forma de abrirse paso en un mundo complejo, en el que la literatura se convertía en su cobijo y en su cárcel.

Por Leire Escalada Bericat