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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Ese burgués con una bomba en el bolsillo»

“Ese burgués con una bomba en el bolsillo” - así lo definió Lenin con su afilada perspicacia. En París, sus amigos artistas, en concreto Appolinaire, lo llamaban “nuestro amigo el asesino”.

A este hombre misterioso y escurridizo, le gustaba ocultar su verdadera identidad bajo numerosos alias: James Galley, Pavel Ivanovich Kseshinsky, Benjamin, Boris kanin, Kramer, León Rodé y otros tantos. Hay una anécdota que ilustra cuan poco capacitado estaba Savinkov para la actividad terrorista. Se cuenta que en su primera misión se hace pasar por un elegante y adinerado británico, comerciante de diamantes. Por lo visto, era tanto lo que despilfarraba que quienes sufragaban los gastos para perpetrar el asesinato del Ministro del Interior casi se arruinaron por su culpa. Entonces Savinkov recibió la orden de que en su próxima misión interpretara un personaje más modesto, por ejemplo un dentista polaco. Nos lo cuentan James y Marian Womack en la rigurosa introducción que precede a la novela El caballo amarillo. Diario de un terrorista. (Ed. Impedimenta).

Boris Savinkov

Boris Savinkov nació en Járkov (hoy Ucrania) en 1879 en el seno de una familia acomodada y liberal, simpatizante con las ideas revolucionarias. A los 18 años ingresó en la facultad de Derecho en la Universidad de San Petersburgo de la que fue expulsado por participar en una manifestación estudiantil y por su pertenencia al partido socialdemócrata. En 1903 abandona Rusia y se planta en Ginebra que por entonces era un nido de socialistas revolucionarios. Allí toma contacto con los promotores de la lucha armada del partido socialista. Sus comienzos en el terrorismo se producen en julio de 1904 cuando se le encarga el asesinato del Ministro del Interior Plehve. Más tarde Azev, uno de los dirigentes de la facción de la lucha armada, encarga a Savinkov el asesinato del gobernador general de Moscú, el Gran Duque Serguéi Alexandrovich, tío y cuñado del zar Nicolás II, que moriría por la explosión de una bomba.

En 1906, Savinkov organiza dos atentados más que finalmente fracasan. Azev, que resulta ser un agente doble, denuncia a Savinkov. Como consecuencia, en mayo de 1906, Savinkov es arrestado y condenado a muerte. Sin embargo, logra escapar y refugiarse en París, ciudad en la que viviría dos años y donde escribiría El caballo amarillo, publicado bajo seudónimo en 1901 con gran éxito en Rusia.

Estalla la Revolución de 1917 y Boris Savinkov regresa a Rusia para hacerse cargo de la cartera del Ministerio de la Guerra durante la época de Kerenski. El cargo le dura poco y además se le expulsará del partido acusado de apoyar el golpe de estado del derechista Kornilov. Tras una etapa de frustraciones, organiza la “Unión para la defensa de la patria y la libertad” defensora de una Rusia democrática. En 1924 recibe la visita de unos emisarios que le hacen creer que en Rusia buscan un líder para una reciente organización de demócratas liberales. Savinkov entró en la boca del lobo y el lobo cerró la boca. Nada más cruzar la frontera sería detenido en Minsk y juzgado por la corte militar del Tribunal Supremo de la URSS acusado de alta traición. Boris Savinkov reconocerá todos los cargos que se le imputan y gracias a esta capitulación la pena de muerte se transforma en una pena de cárcel de diez años.

Su estancia en la cárcel parece que resultó cómoda, pues ocupaba una celda individual, se le respetaban las horas de escritura y además disfrutaba de paseos periódicos por los alrededores de la prisión. El 7 de mayo de 1925 escribe una carta a Dzerjinski, fundador y director de la checa (futura KGB) en la que le dice: O me fusilas, o bien me das la posibilidad de que trabaje en algo; estaba contra ti, y ahora estoy contigo; pero he de decidirme de una vez. Ese día Boris Savinkov murió, unos dicen que se arrojó por la ventana, otros mantienen que alguien lo empujó al vacío. La ambigüedad que llevaba en vida lo persiguió también después de muerto.

El caballo amarillo

Y miré, y vi un caballo amarillo; y el que cabalgaba sobre él se llamaba Muerte; y el Hades le seguía muy de cerca.

Apocalipsis 6, 8.

El caballo amarillo posee un indiscutible carácter autobiográfico. En ella se narran los preparativos y el atentado que un grupo de terroristas, liderados por George (trasunto de Savinkov), perpetran contra la vida del gobernador general de Moscú, el Gran Duque Sergei Alexandrovich, tío del zar Nicolás II.

A modo de crónica, el cabecilla del grupo, relata el día a día de su equipo y los movimientos de su objetivo terrorista, el momento del atentado y las consecuencias que tiene éste sobre el grupo. George o Boris Savinkov pertenece a una generación de jóvenes rusos heredera de 30 años de lucha contra la autocracia zarista. El personaje central sumerge al lector en el clima conspiratorio. Relata sin tapujos el espíritu y las dudas que asaltan a cada uno de los terroristas, incluido las que le invaden a él mismo. George es un personaje sin religión, carece de moral, no tiene familia ni amigos. Es un hombre implacable, inconquistable, destructivo, contradictorio y solitario. Incluso la pasión que siente por una mujer casada a la que no puede poseer, lo convierte en un hombre más descarnado, sin un gramo de sentimiento. A lo largo de la novela, George escucha a sus compañeros quienes al parecer albergan motivos personales que justifican su participación en la revolución sangrienta . Sin embargo, George aceptará con sangre fría su absoluta falta de razones. Su voluntad tirana es la única que dictará su manera de actuar: matar, o dejar de hacerlo, sin remordimientos, sin tener en cuenta las directrices de su partido. Él es un asesino que hace la revolución cuando quiere y como quiere.

Mi vida es la lucha. Es imposible para mí no regirme por la lucha. Pero no sé por qué lucho. Pero eso es lo que quiero. Y brindo por ello con vino que no ha sido diluido en agua.

Los endemoniados de Dostoievsky, pasando por Los asesinos delicados o el ensayo, El hombre rebelde, ambos de Albert Camus – para quien Savinkov fue un referente -, la literatura generalmente siempre ha condenado la violencia mostrando su inutilidad intrínseca. El caballo amarillo ha trotado por encima de la hierba, y la hierba se ha agostado.

Por Yolanda Delgado