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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«La juguetería errante», de Edmund Crispin

Disfruté muchísimo con esta novela por mil motivos, primero por las mil referencias literarias que tiene, incluso en los títulos de los propios capítulos, también por su humor inglés, que destila por los cuatro costados haciéndonos sonreír cuando menos lo esperamos.

«—Libros —continuó el camionero—. Yo soy un gran lector, ¿sabe usted? Lo soy. Poesía no. Me gustan más los libros de historias de amor y de crímenes. Soy socio de una de esas… —lanzó un gran suspiro; con un enorme esfuerzo sufrió los trabajos del parto mental y finalmente dio a luz—: ¡una biblioteca ambulante de esas! —Súbitamente se puso melancólico—. Pero estoy harto ya de eso. Ya me he leído todo lo bueno que tienen. […] El otro día pillé uno bueno, vaya que sí. El amante de lady Noséquién. Ese era de los buenos, de los de antes, ya me entiende… —Se dio una palmada en el muslo y resopló lascivamente.
Algo asombrado ante aquellas demostraciones de alta cultura, Cadogan volvió a quedarse sin palabras.»

Tengo un problema con esta editorial. Me gustan sus libros, sus portadas cuidadas me atraen, los dibujos que les ponen parecen sacados de un viejo almanaque. Y los títulos, o son bien conocidos o tienen el toque adecuado para que nos paremos un momento a leer la contraportada. Y ya estoy perdida. Pero se lo perdono, no por ser Navidad, no, sino por las obras que me descubren, pequeños tesoros que creo desenterrar y poder guardar hasta que descubro que son conocidos por todos. Hoy traigo uno de esos tesoros, La juguetería errante.

Conocemos a Cadogan un poeta que, tras discutir con su editor decide cambiar a la novela, e irse de vacaciones unos días a Oxford, cambiar de aires. Cual es su sorpresa cuando, al llegar, encuentra el cadáver de una mujer en el suelo de una juguetería. Como buen ciudadano lo denuncia, pero al llegar con la policía, la juguetería se ha convertido en una tienda de ultramarinos en la que, evidentemente, no hay cuerpo alguno.
Se une entonces a Gervase de Fen, profesor de literatura y detective aficionado, para investigar este asesinato imposible con pistas en formas de poemas y coches con nombre propio.

Montgomeri era compositor musical hasta que un buen día se cambió el nombre por el de Edmund Crispin y se pasó al mundo literario. Escribió en siete años ocho novelas estupendas que le han superado en fama a sus composiciones musicales. Creo al detective Gervase de Fen a mediados de los años cuarenta y hoy en día se sigue leyendo. Es un misterio también el motivo por el cual dejó de escribir salvo reseñas, pero se sabe que su vida cayó poco a poco hasta fallecer hace más de treinta años. Como curioso final diré que al autor no le gustaron jamás las novelas policíacas psicológicas y realistas.

Nos traslada rápidamente en esta novela a un Oxford ambientado con genialidad y poblado por personas absolutamente reconocibles y estereotipadas. Lejos de hacer perder el encanto de inocentes y villanos, lo aumenta como aumentaría la caracterización el interés en una obra de teatro. Gervase de Fen, protagonista de casi toda la obra de este autor, es un personaje carismático y pintoresco. Desde su carácter hasta su automóvil todo en él nos llama la atención, principalmente la capacidad deductiva que tiene, que me dió una gran sorpresa. Parece que todos esperamos que un detective que busca respuestas cavilando ha de parecerse a Holmes…. bien, no es este el caso. Citando al propio Gervase, que ante un anuncio en la prensa diría:

«Y sin embargo creo que yo debería deducir algo… Ese tipo tan listillo, Holmes, lo habría desmenuzado… era muy bueno con los anuncios por palabras de los periódicos»

Disfruté muchísimo con esta novela por mil motivos, primero por las mil referencias literarias que tiene, incluso en los títulos de los propios capítulos, también por su humor inglés, que destila por los cuatro costados haciéndonos sonreír cuando menos lo esperamos. También por la ambientación, es, hasta cierto punto, como un anuncio de un juego de mesa de misterio, con todos los escenarios montados y los personajes teatrales realizando su papel. Incluso el autor se permite colocar a personajes en distintas habitaciones para decir qué, quién, dónde y cómo. Es una novela de misterio con un escenario del crimen móvil, lo cual ya nos hace tener una idea de lo divertido que puede ser el libro. Y colma con creces las expectativas.

Termino diciendo que, pese a la dificultad que le podáis ver ahora mismo, el final es simplemente redondo. Si no conocéis al profesor, hacedme caso y buscad esta juguetería, no os arrepentiréis.

Gracias.