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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

La saga Flora Poste

Publicado por Impedimenta en un cofre de cuidada presentación, «La hija de Robert Poste» y su secuela, «Flora Poste y los artistas», nos presentan a Flora Poste, una peculiar y alegre heroína, en la Inglaterra de las primeras décadas del siglo XX.

Cuando Stella Gibbons escribió en 1933 su primera novela La hija de Robert Poste (Cold Comfort Farm en el original) tuvo un rotundo éxito, ganó el premio Femina y la catapultó como autora de uno de los libros cómicos más aclamados de la literatura inglesa. Nacida en Londres en 1902, procedía de una familia de clase media suburbana. Después de cursar estudios de periodismo, empezó a ejercer esta profesión en la British United Press desde 1924. Más adelante trabajaría para el Evening Standard y después para la revista Lady.

Pese a que escribió otras novelas y adaptaciones de cuentos de hadas, ninguna fue tan aclamada como esta primera. Fue tanta la aceptación de los lectores que Gibbons, diecisiete años después, decidió rescatar a Flora y escribir una secuela.

La trama

La historia de Gibbons nos presenta a Flora Poste, una mujer inglesa de clase media, optimista y decidida que, tras el fallecimiento de sus padres, busca entre sus parientes más próximos alojamiento y nuevos quehaceres. A sus cartas solicitando cobijo (cada una de ellas escrita prestando mucha atención a qué tipo de remitente va dirigida y escogiendo el tono adecuado con exquisita precisión), recibe algunas respuestas favorables. Pero ninguna satisface a Flora tanto como la de sus parientes instalados en la granja de Cold Comfort Farm, los Starkadder. Pese a que la solicitud de Flora parece haber sido tomada más como una amenaza y un martirio ineludible porque “siempre ha habido Starkadder en Cold Comfort”, la protagonista se prepara para su viaje a la campiña dispuesta a desentrañar los misterios de sus primos granjeros.

Cold Comfort Farm es el hogar de una serie de personajes paletos y rurales que colisionarán irremediablemente con el refinamiento y la educación de Flora. En una granja decrépita, donde las cosechas se malogran y los aperos de trabajo se caen a pedazos (así como los pobres animales), Flora Poste hará de la “educación” de sus parientes su misión, consiguiéndolo a duras penas con buenas dosis de humor y alegría.

Dos novelas opuestas

La hija de Robert Poste es una novela alegre y optimista teñida de humor e ironía. Perfecta crítica de la sociedad de los años 20, en ella Gibbons retrata las peculiaridades de los habitantes de la campiña inglesa y, sobre todo, satiriza con elegancia acerca del panorama literario de aquella época. La guerra que Flora inicia con sus familiares, tratando de civilizarlos mientras estos se escandalizan por sus ideas “poco adecuadas”, es llevada por la protagonista con inagotable alegría y buena disposición. Las situaciones relacionadas con el personaje de Ada Doom, nonagenaria prima de Flora siempre encerrada en su habitación, impedida por una sospechosa locura pasajera con la cual chantajea a sus hijos y nietos de forma despiadada para que no abandonen la decadente casa familiar, divierten al lector hasta el desenlace de la novela, simpático y feliz, acorde con la filosofía de “los alegres años 20”.

Todo lo contrario resulta la secuela “Flora Poste y los artistas”, escrita por Gibbons diecisiete años después. Pese a que le honra no haber querido aprovechar el tirón de la primera novela, la segunda no se encuentra a su altura. Flora es ya una señora casada madre de cinco hijos e Inglaterra sufre las consecuencias de la Guerra Mundial, prácticamente viviendo de la caridad de Estados Unidos. La autora ya no nos ofrece una lectura ligera y cómica, sino que tiñe su historia de una visión más deprimente y oscura.

En esta ocasión, Cold Comfort Farm ha sido arrebatada a los Starkadder y convertida en un centro de celebración de convenciones. Flora Poste volverá a su antiguo hogar para lidiar con un grupo de ególatras, hipócritas y extravagantes intelectuales. Miembros de las vanguardias, Gibbons hace con ellos una crítica mordaz de los artistas y científicos del momento, ridiculizando sus reuniones excéntricas y alcohólicas, donde discuten los problemas del mundo, ajenos en realidad a los acontecimientos que lo estremecen. Inconscientes y muy pagados de sí mismos, se dedican a mirarse el ombligo, preocupados por enriquecerse a costa de vender a sus seguidores (a los que desprecian) valores en los que ellos mismos son incapaces de creer.
Con su elegante estilo inglés la autora también hace añicos en este segundo libro el sistema económico de su época, mostrándonos las ideas de unos magnates empresarios que promulgan una Declaración de Derechos Universales que engloba trabajo, salario y manutención para todos los “consumidores”, anulando así valores tan humanos como el amor, la cultura y la libertad.

Frente a este panorama contra el cual es imposible luchar, Stella Gibbons se ríe de todo e insufla a Flora la integridad y el valor suficiente para recuperar Cold Comfort y devolverla a sus parientes desahuciados.

Traducción

La traducción a otros idiomas provoca que nos perdamos parte de las bromas y particularidades del texto original. Gibbons utiliza prácticamente un dialecto inventado con el cual hace hablar a sus paletos Starkadder, imitando el acento y la pronunciación de la zona rural. También mucho de los nombres de los lugares y los personajes de la novela son sutiles bromas prácticamente imposibles de traducir. Además, los guiños y bromas que la autora incluye relacionadas con el mundo literario del momento pueden no ser entendidas y desorientar al lector con pocos conocimientos de la materia. Impedimenta se hace cargo de estas pequeñas dificultades y las suaviza introduciendo en su edición numerosas notas de página por parte del traductor, tanto informativas como referentes a las palabras utilizadas en el inglés de Gibbons, facilitando mucho la comprensión y ayudando al lector a hacerse una idea de lo que la composición del texto original conseguía transmitir.

Por Almudena Avilés Martínez