Döblin conocido por su AlexanderPlatz, es de los que nos hace reír a nuestro pesar, porque esta caricatura del capitalismo salvaje tiene demasiada de actual como para tomarla a la ligera. Todo en esta obra es excesivo a partir del enfrentamiento entre dos industriales Wadzek y Rommel: pero mientras que el primero resulta ser un poco un don nadie con dinero —es decir, no es completamente malvado— su competidor sabe utilizar el sistema a su favor.