Personajes increíblemente detestables que, sin embargo, nos hacen reír, nos hacen disfrutar, nos hacen querer más. Si existiesen de verdad, si les diese por salir de las páginas del libro, todos deberíamos correr como si no existiera un mañana, porque nadie, en realidad, soportaría una velada “Mozartina” a golpe de langosta “a la Riseholme” más de dos noches seguidas. Lucía, princesa, reina, dominatrix, ha dado con la horma de su zapato, y de qué manera. Si el mundo no tenía suficiente con Emmeline Lucas, Miss Elizabeth Mapp entra en escena y ambas se convierten en las elefantas de la cacharrería. Ruidosas a más no poder, Lucía doblegará a la reina caduca de Tilling, que era Mapp, y entre las dos convertirán el villorrio en un campo de batalla sin precedentes. Ni tan siquiera Riseholme sufrió lo que sufrirán los habitantes de Tilling desde que Lucía decide irse de vacaciones allí para, más tarde, quedarse a vivir. Riseholme, entonces, será historia y Tilling sufrirá las consecuencias.
Tuvieron que empinarse y ponerse de puntillas para poder atisbar por las ventanas. Así, haciendo visera con las manos para protegerse del sol de poniente, pudieron hacerse una idea bastante precisa del interior.
–Esto debe ser el comedor –dijo Georgie, fisgoneando desde la ventana.
–Una chimenea abierta encantadora –observó Lucía–. Qué acogedor.
Se movieron hacia los lados como dos cangrejos.
–Un recibidor pequeño –continuó Lucía–. Una bonita escalera que sale desde ahí.
Más movimientos crustáceos.
Lo grandísimo que tiene E. F. Benson es que no siente ningún respeto por sus personajes. Es capaz de hacerlos caer en las más soberbias bajezas del ser humano con tal de, suponemos, arrancar una sonrisa al lector o, quizás, vengarse por escrito de algún ser despreciable con el que se cruzó. En cualquier caso, las esnobs de Lucía y Mapp mantendrán, a lo largo de toda la novela, una lucha encarnizada por la supremacía de Tilling. Lucía, que cree que no tiene rival, alquilará la casa de Elizabeth Mapp, figura central de Tilling, mientras que ésta ocupará otra casa en el mismo pueblo. Poco a poco, y como cabe esperarse, Lucía se hace con el control de Tilling y Mapp, cada vez más olvidada y repudiada por sus vecinos, se convierte, sin quererlo, en la actriz secundaria. Drama. Drama absoluto. Y será precisamente la necesidad de poder, como ya lo fuera en “Reina Lucía“, lo que dará pistoletazo de salida a todos los singulares acontecimientos que tendrán lugar en Tilling para disfrute y entretenimiento de vecinos, alcaldes, periódicos y lectores. Mapp no está dispuesta a morir sin luchar, y Lucía no está dispuesta a ganar sin matar. Que dios nos pille confesados.
No podía haber dos reinas en Tilling, como todo el mundo podía comprobar en aquel momento. “Qué emocionante”, se dijo Diva. “Elizabeth cuenta con el apoyo del mayor Benjy de momento, y Lucía podrá contar con Georgie, pero la verdad es que los hombres no importan mucho en Tilling: la inteligencia es lo que importa.
E. F. Benson, y esto es innegable, era un experto en desarrollar personajes de la más baja calaña. Se ríe a mandíbula batiente de todos ellos y, de paso, de las clases altas de los pueblos ingleses. Conoce a la perfección la psicología de los personajes y consigue, con dos o tres frases, que ambas, Mapp y Lucía, se estén devorando hasta las entrañas y escupiéndolas al público (oh, sí, escupiendo, caro mio, Georgino) para demostrar que, pese a lo que podamos pensar, están ganando la guerra.”Mapp y Lucía” es una novela feroz, divertidísima, entrañable. Las descripciones son, de nuevo, magníficas. Benson era capaz de desgranar hasta el detalle más nimio para hacer partícipe al lector, antes que al personaje, de lo que viene a continuación. Y, pese a todo, nos sorprende. Y es que la mente de estas dos retorcidas mujeres, necesitadas más que nunca de la sal de la vida, necesitadas de sangre, de dolor, de humillación, es cruel, es firme, es macabra. Y es que no hay vanidad que no sea patética. Y es precisamente ese patetismo, ese quedarse en bragas situación tras situación lo que hace de la señorita Mapp y la viuda Lucía seres tremendamente queribles. No queremos a nadie como ellas en nuestras vidas pero, por favor, Impedimenta, tráenos más historias de estas. Porque “Mapp y Lucía” es una lectura imprescindible.
Por Ainize Salaberri