Una tarde en un centro comercial, la peripecia de tres personajes que por distintas razones perciben que su vida ha dado un vuelco y las consecuencias que de ese cambio se derivan. La gran broma que es la vida contada en el transcurso de unas pocas horas en un microcosmos -el centro comercial de La Vaguada en Madrid- que funciona como una metáfora perfecta de la época que nos ha tocado vivir.
El joven vendedor y el estilo de vida fluido, tercera novela de Fernando San Basilio (Madrid, 1970), es un relato coral, irónico y costumbrista. A través de las aventuras de Israel, un vendedor con algunos pájaros en la cabeza que ha descubierto el estilo de vida fluido, y de una galería de personajes sencillos y cotidianos, San Basilio adentra al lector en un universo muy personal en el que todo cabe: el humor, la risa, la melancolía e incluso la tristeza.
Novelista dotado de un fino sentido del humor y con un gran dominio del lenguaje, San Basilio destaca por su capacidad de observación y por su talento para retratar con precisión e inteligencia la vida misma con sus grandezas y sus miserias.
San Basilio es de esa clase de autores que prefiere retratar la realidad a juzgarla. Escribe desde el costumbrismo, desde los pequeños hechos cotidianos, para mostrar su perplejidad ante el mundo, nunca una crítica.
En El joven vendedor y el estilo de vida fluido el protagonista se propone cambiar de vida tras leer un libro de autoayuda, pero ese cambio le lleva a su propia destrucción. ¿Una crítica a ese tipo de libros? No, San Basilio sólo expresa su fascinación por el interés que despiertan «esos libros de sabiduría instantánea», como los define él. «La frase bella y esperanzadora es algo que la gente necesita y consume de manera adictiva», afirma San Basilio, expresando más sorpresa que otra cosa.
Fascinación y perplejidad por las cosas que pasan en la vida expresadas con ironía: esa podría ser una buena definición del aparato narrativo de San Basilio. Un escritor está para contar buenas historias y para trasladar una idea del mundo, cree San Basilio. «La idea del mundo está en las novelas. Si hay que trasladar impresiones o emociones, es mejor que lo hagan las propias novelas. Es mucho más legítimo y provechoso trasladar al lector una idea del mundo que una queja».
«Es mucho más legítimo y provechoso trasladar al lector una idea del mundo que una queja»
El retrato que hace San Basilio de la realidad no es, sin embargo, inocente o idílico: en sus novelas sus personajes no se sienten cómodos con el mundo que les ha tocado vivir. Son antihéroes, un perfil que a San Basilio le interesa especialmente y que en su última novela adquiere toda su dimensión: «Todos somos perdedores. El éxito está devaluado narrativamente y sentimentalmente. Al final siempre ganan los malos».
Pero los personajes de El Joven vendedor y el estilo de vida fluido no se lamentan por su situación, sino que buscan un sitio mejor y terminan encontrando sentido a la vida en esa búsqueda, aunque no siempre las cosas salgan bien. Aceptan lo que se les viene encima, incluso con agrado. Esto tiene que ver, de nuevo, con la concepción que tiene San Basilio de la literatura: «Si los personajes lanzan permanentemente una queja entonces la novela acaba siendo una novela de tesis».
«Mi obligación no es transmitir esperanza, sino retratar un estado de ánimo, una época a través de una peripecia personal», resume San Basilio.
Con esta novela, la tercera después de Curso de Librería (2006, Caballo de Troya) y Mi gran novela sobre la Vaguada (2010, también en Caballo de Troya), San Basilio se muestra como un narrador de pulso ágil, desenfadado y ameno.
Seis años después de su debut, El joven vendedor y el estilo de vida fluido, una novela divertida, desternillante pero al mismo tiempo perturbadora, consolida a este escritor, moderno y clásico, en el siempre difícil y competitivo panorama literario español.
Por Jorge Otero