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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Hardy fue un gran creador de personajes que luchan denodadamente contra un destino hostil y trágico, pese a los momentos de irónica alegría que estos puedan llegar a vivir puntualmente, y que, en definitiva, no dejan de ser más que eso: momentos de calma que anticipan o entreveran severas infelicidades. Su admirable interpretación anímica del paisaje es otra de sus grandes y acertadas recurrencias. Está muy presente -de manera especialmente enfatizada- aquí, en este obra a la que el escritor inglés consideraba como su favorita.

El profesor y crítico literario Harold Bloom siempre recuerda haberse enamorado de la literatura a partir de su flechazo con Grace Melbury, la joven protagonista de Los habitantes del bosque. Tal es la carnalidad con la que dota Hardy a su personaje, la misma que insufló a Jude el oscuro o Tess de los d’Uberville, otros dos de sus grandes caracteres, que dan nombre a sendas obras mayores.

«Una de las más hermosas novelas de la narrativa inglesa», dejó dicho de esta obra Arnold Bennett, una voz nada sospechosa de faltarle o fallarle el criterio artístico. Podrán dar cuenta del grado de exactitud de dicha aseveración mediante un rápido y sencillo trueque de 19 monedas de euro en cualquier establecimiento autorizado. O bien, si esto no es posible, esperando a que su biblioteca más cercana hospede un ejemplar en sus estantes. O bien, si finalmente tampoco eso fuera posible, hurtándolo de manera ágil y precisa, a la par que elegante, durante un despiste de su librero habitual (o mejor, no habitual). De esto último, se agradece que omitan la fuente inspiradora. Gracias.

Por Jesús J. Pelayo