Hardy, el gran poeta británico, creo un condado particular en el cual ubicó sus novelas, un mundo rural con sus defectos y virtudes en el que sus personajes se despliegan en su hábitat natural. Los habitantes del bosque es una novela casi redonda. La trama gira en torno a un grupo de habitantes del bosque que viven en un pueblo llamado Hintock Little. Grace Melbury recién llegada tras terminar sus estudios es la protagonista principal junto con sus dos pretendientes, el de toda la vida, Giles Winterborne, y el nuevo doctor que la cautivará desde su regreso: Fitzpiers Edred. A pesar de hallarse teóricamente comprometida con el pueblerino Giles, su nueva educación lo rebaja hasta parecer el menos adecuado para ella. Su padre, quien es el principal valedor de Giles, tiene que dar su brazo a torcer al percibir que el nuevo doctor, tan culto y refinado pinta mejor para su amada hijita.
Como es habitual en Hardy, los efectos nocivos de destino causan estragos en las vidas de estos personajes. Frecuentemente en Los habitantes del bosque la fuerza fatalista del pasado empuja y presiona sobre el presente. Los temas sociales, legales e incluso matrimoniales son explorados por Hardy con cierta preocupación. Se cuelan cuestiones como la convivencia de lo clásico y lo moderno, la pervivencia de los antiguos modelos de propiedad y otros asuntos complicados que la buena profusión de notas del traductor aclaran convenientemente. Lo que hace verdaderamente notable a esta obra, así como a las demás de Hardy, es su prosa expresiva y potente, junto con una caracterización excepcional. Hardy es capaz de ofrecer también una buena dosis de suspense pues hacia el final de la novela parece claro cuál será el resultado pero luego nos sorprende con un nuevo giro en la trama.
Destaquemos algunos valores de esta obra:
1) El Tiempo como protagonista. Así, en mayúsculas aparece repetidamente mencionado. Tanto como el peso que marca el presente como el movimiento que marca el desarrollo de la obra. Basta como ejemplo decir que la obra comienza un atardecer y sigue durante la noche, la madrugada, la mañana, tarde, noche, madrugada, etc. Siempre Hardy detalla hechos que nos llevan de la mano del reloj en una acción continua.
2) Las descripciones vivas. El bosque, las casas, incluso el interior de las mismas está desnudo ante los ojos del lector. Sitúa el foco tanto en un carro viendo al que precede, como en el otro cuando el primero se va. Tanto en la calle donde el barbero mira a través del cristal como en el interior cuando desde allí se ve oscurecer. Esta profusión de vistas -mejor que la cinematográfica- hace de Los habitantes del bosque un libro sorprendentemente visual.
3) Los sentimientos mediante las descripciones. Experimentar su trabajo es muy parecido a mirar un cuadro. No es sólo una imagen bonita de las montañas y arroyos, es el tipo de pintura que incita una reacción emocional. Es por eso que las largas descripciones de Hardy del paisaje no son ni aburridas ni exhaustivas. Él no sólo detalla ese paisaje; sino que permite saber lo que se siente al estar allí. No se limita a pintar cuadros planos que son inundados con información banal. Hardy describe el mundo natural, de tal manera que no sólo se ve sino se siente.
Pese a todo esto Los habitantes del bosque y sus otras novelas generaron tanta polémica por su determinismo biológico que finalmente se retrajo a su querida poesía para vivir más tranquilo. Leída esta obra debemos resaltar que su retiro de la prosa fue una gran pérdida.
Disfruten del primer tanto que se apunta la editorial de Enrique Redel en este 2013.
Por Pepe Rodríguez