¿Cómo surge el proyecto de adaptar la vida de Virginia Woolf al cómic?
(Michèle) Fue un encargo de la editorial donde yo había publicado un librito sobre Nathalie Sarraute. Así que cuando la directora decidió crear una coleccion de grandes mujeres, en cómics, me pidió que escribiera el guión del primero consagrado a Virginia Woolf. Acepté con la condición de escoger el dibujante porque hacía mucho tiempo que quería trabajar con Bernard Ciccolini, que es amigo, y cuyo trabajo me gusta mucho. Ella aceptó y Bernard también. Asi empezó la aventura.
Bernard, ¿qué pensaste cuándo Michèle te propuso participar?
(Bernard) Una doble felicidad. La de trabajar con Michèle, ya que hacia mucho tiempo que tenía ganas de trabajar con ella; y evidentemente, la de trabajar sobre Virgina Woolf. La había leído poco, conocía sólo algunas cositas de su vida y de su obra. Era la ocasión de aprender más sobre una mujer y una obra que admiraba.
¿Qué método de trabajo empleasteis?
(M) Despues de volver a leer varios libros de, o sobre, Virginia Woolf , empecé a escribir un texto, al mismo tiempo que sacaba muchas imágenes de los libros para que Bernard pudiera entrar en la historia de manera visual. Este texto era una especie de biografía. Luego a partir de lo escrito (unas 30 paginas, 15+15, del nacimiento a la boda y luego del viaje de novios a la muerte), Bernard empezó a trabajar en los dibujos (paisajes, colores, retratos). Yo corté la historia en escenas y diálogos que discutíamos juntos. Bernard dibujaba las escenas integrando la narración y los diálogos. Y así avanzamos.
(B) Trabajamos con mucha armonía. Iba a casa de Michèle cada lunes. Ritualmente, ella me ofrecia café, me daba noticias de los amigos y hablaba, me contaba la Inglaterra de antes de 1914, la educación estricta de la chicas de aquella época, la vida cotidiana de Virginia… En seguida, destacaban ambientes, se formaban imágenes. Michèle había preparado un guion secuenciado muy preciso del libro y nuestras conversaciones permitían darle màs cuerpo.
¿Qué es lo que más os interesaba de la vida de Virginia Woolf?
(B) Lo que pasaba entre los libros. La hemos mostrado poco escribiendo, este tipo de imagen habla poco al lector. En cambio mostrando las relaciones con los hermanos, las hermanas, los padres, en seguida Virginia tomaba cuerpo tanto cuando era una niña como al transformarse en una joven o en una mujer…
¿Os costó mucho resumir una vida tan agitada como la de Virginia Woolf en menos de 90 páginas?
(M) No fue fácil ya que quería conservar lo que a nosotros nos parecia esencial. El peligro era caer en lo anecdótico.
¿O documentasteis mucho para ser lo más fieles posibles en vuestro retrato?
(B) Sí, era necesario. Hay el mundo de antes de 1914 y el de después. Es un cambio completo para Europa, desde todos los puntos de vista. El siglo pasa del coche con caballo al buque de guerra destroyer; de la lámpara de pétroleo a la electricidad; la moda cambia, las costumbres también. Con el grupo de Bloombury, está en el lugar mismo donde los intelectuales se enfrentan a la accion.
(M) Había leído ya mucho sobre ella. Volví a leer libros que tenía, y algunos más publicados últimamente. Y, también, partes de su Diario.
A pesar de tener Virginia Woolf una vida dura y muy triste en algún momento, habéis reivindicado sus momentos felices que también los tuvo, consiguiendo un retrato más completo de la escritora.
(B) Fue Michèle la que escogió esa opción. Y la verdad es que da verosimilitud a la narración. Era un riesgo, pero funciona. En seguida, esta Virginia me pareció de fácil acceso. El trabajo de dibujar fue más sencillo, era Virginia la que mandaba. Era la vida, la verdadera vida y así podiamos mostrarlo todo, las alegrias, las angustias, las separaciones, las penas y, los momentos peores. Lo que no le falto por supuesto!
(M) Claro. La idea que yo tenia de Virginia Woolf, y que intentamos imponer en nuestro libro, es que una mujer a quien le gusta tener amigos, leer y criticar libros, recibir , guisar, comer, escribir, militar, viajar, hacer bromas. No puede sera una persona siempre triste y depresiva. Que tenga momentos dificiles, por supuesto, sí, como nos ocurre a todos. Así que nos pareció interesante comprender el porqué de esta imagen depresiva y quién la inventó. Parece que su marido y su sobrino compusieron gran parte su leyenda negra. Así que la gente imagina su vida a partir de su suicidio.
Además, da la sensación, que conociendo esos momentos felices es más fácil entender esos otros pasajes más oscuros de su vida, ¿no?
(M) Sí. Todos sus libros, al fin y al cabo, salen de su fuerza vital, a pesar de sus angustias mientras los escribía. Y hasta su muerte nos parece diferente si la vemos en el contexto de la guerra, siendo ella la esposa de un judío. No hay que olvidar que la pareja Woolf habia pensado suicidarse, poco antes, para escapar de Hitler si éste invadía Inglaterra.
Destaca, por su elegancia, cómo resolvéis su suicidio. Sin resultar dramáticos, insinuando más que mostrando.
(M) Eso lo trabajamos mucho. No queríamos que su muerte apareciera de un modo trágico. Los momentos felices de su vida, su infancia se desarrollan siempre cerca del agua, a orillas del mar, y más tarde, también, el agua es felicidad para ella. El agua como vuelta al seno materno. Bernard me propuso entonces estos dibujos del final que transmitían, perfectamente, lo que habiamos pensado juntos. Yo quería que se acabara sobre una biblioteca, que es su vida eterna. Y él tuvo la idea de la ventana abierta y del aire en la cortina. Una escritora como Virginia Woolf no muere.
(B) Michèle y yo lo comentamos mucho. El suicidio queda como un acto muy íntimo que cubre un misterio. Hemos escogido dejarla en el camino, justo antes del acto. Las imágenes que siguen sólo la acompañan, su cara desaparece, ya no la vemos más entera, sólo vemos sus pies, como si ya se hubiera ido.
¿Hubo algún momento (o aspecto) de su vida que os costó más reproducir?
(B) La verdad es que no, aunque sí me hubiera gustado que existieran más fotos de su niñez, de su juventud. Pero fue un placer inventarla, imaginarla, así vemos nuestra Virginia.
(M) Para mí, lo más difícil fue hablar de su escritura. Cómo presentar la actividad de escribir sin aburrir al lector, ya que no puede pasarse el tiempo rodeada de cuadernos, plumas, libros. Y sin embargo se tiene que presentar a una gran escritora…
Bernard, tus dibujos son muy envolventes, como si quisieras que el lector se dejara llevar y se trasladara a la época en que se desarrolla la acción.
(B) Los dibujos corresponden a mi estado mental del momento. Me dejé llevar por el texto de Michèle. Me dejé guiar por esta Virginia.
Además, pareces más preocupado en transmitir sensaciones que en obsesionarte con el detalle minucioso. ¿Es algo común en tu obra o exclusivo de la biografía de Virginia Woolf?
(B) Nuestra intención era presentar la biografía, un poco, como un diario íntimo. Eso explica la forma particular del libro. Hay muchas emociones en la obra de Virginia Woolf, los personajes son mirados por dentro, son complejos. Hemos tratado de traducir eso con escenas en que texto y dibujo se mezclan para coger las sensaciones, las interrogaciones, que son suyas. El detalle se nota más en los personajes que en el decorado.
Michèle, era tu trabajo como guionista de cómic, ¿satisfecha? ¿Te gustaría repetir?
(M) Yo soy escritora, novelista, y trabajo siempre sola. De guionista trabajé con Bernard y fue un encanto. Sí que me gustaría repetir. Además me encanta trabajar con artistas. Hice hace poco un libro con un artista catalán, Josep Grau Garriga, que murió recientemente.
Para acabar, una curiosidad. Michèle eres profesora de español y has traducido a alguno de los escritores españoles, más importantes, al francés. ¿Cómo surgió ese interés por nuestra lengua?
(M) Fui durante 13 años profesora de español y he traducido a Vázquez Montalbán, Juan Marsé, Francisco Umbral cuando no se conocían en Francia. Mis abuelos paternos eran catalanes y los maternos castellanos. En casa sólo se hablaba frances y yo quise estudiar la lengua de mis antepasados. Hay que saber de dónde procedemos para intentar comprender a dónde vamos, ¿no?.
Por Rafael Rodríguez