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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Portia tiene dieciséis años. Para algunas cosas, es una joven madura e independiente; para otras, sobre todo las relacionadas con sus sentimientos, es una joven sin apenas experiencia de nada, aunque posee una sensibilidad exacerbada que no augura nada bueno.

Con paciencia y tranquilidad, Bowen, perteneciente como Virginia Woolf al Círculo de Bloomsbury, se aplica a la tarea de diseccionar los sentimientos de Portia; su hermanastro, Eddie; y la mujer de este, Anna. Cada uno de los personajes sólo atiende a sus egoísmos y a sus intereses; Eddie y Anna, con quienes vive tras la muerte de sus padres, ven a Portia como alguien desvalido e inseguro que no acaba de encajar en ningún sitio y de la que no hay que fiarse. Portia sabe que su cuñada Anna la ve como un ser distante y reconoce que será imposible conseguir un trato normal y cariñoso con ella. Además, su interés por Eddie, basado en su ingenuidad, la lleva a tomar decisiones equivocadas.

Si Portia representa la falta de experiencia ante la vida, el personaje de Anna, una excelente creación, manifiesta el exceso de protagonismo y de autoestima. Ella sólo desea que todo gire alrededor de sus caprichos y opiniones y que los demás reconozcan su valía e interés.

Ambientada en Londres en el periodo de entreguerras, La muerte del corazón, publicada en 1938, refleja indirectamente las luces y las sombras de una sociedad endogámica en la que las apariencias y las formalidades afectan negativamente a la naturalidad de los sentimientos. En la novela, ni Portia ni Anna consiguen la piedad de los lectores, una por su falta de sencillez y otra por su patética vanidad.

Por Adolfo Torrecilla