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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«La soledad del corredor de fondo»

El relato es tan directo e impactante que parece una canción punk en versión literaria.

Si hacemos el esfuerzo de imaginarnos la periferia de una ciudad británica de la primera mitad del siglo XX, fácilmente nos vendrá a la cabeza una imagen de hileras de viviendas de obreros con enormes fábricas al fondo, bajo un cielo grisáceo. Ahora imaginemos que estamos a las afueras de Nottingham, una urbe industriosa situada en el centro de Inglaterra, donde conviven miles de familias humildes sin demasiadas perspectivas de futuro. Avancemos, centrémonos en una de estas familias en concreto, la de los Sillitoe. El padre, Christopher, es un analfabeto que a menudo cambia de trabajo y maltrata a su mujer, la cual, para evitar el hambre, se ve obligada a vender su cuerpo. ¿Alguien hubiese pensado que su hijo, Alan, se convertiría en un escritor de renombre? Es difícil contestar un sí, pero en todas partes hay excepciones.

Alan Sillitoe no se hizo escritor porque fuese su sueño de infancia. Quería formar parte del ejército y lo consiguió, pero contrajo la tuberculosis y tuvo que dejarlo. A raíz de esto, decidió marcharse a Mallorca con su mujer. En la isla, residía Graves, quien le animó a escribir. Pronto publicó Sábado por la noche y domingo por la mañana (1958), su primer libro. Éste fue bien acogido y la segunda obra no se haría esperar ya que un año después salía La soledad del corredor de fondo. Si la primera se ambienta en su ciudad natal y cuenta la historia de un joven proletario que pasa el tiempo libre disfrutando de mujeres y de rondas en pubs, la segunda mantiene algunos paralelismos pero aumenta su radicalidad.

La soledad del corredor de fondo es una novela de extensión breve que tiene como protagonista a Colin Smith, un chico de los suburbios de Nottingham que vive con su madre y se dedica a cometer pequeños hurtos. Un día decide robar la caja de una panadería de su barrio y es atrapado por la policía; el castigo no es otro que ingresar en Ruxton Towers, un reformatorio con normas muy estrictas. Colin posee unas habilidades innatas para correr, motivo por el cual es inscrito por el director del centro en una competición donde participan atletas de otras instituciones del país. El interés por ganarla favorece a ambas partes: en primer lugar, el director y la institución ganan prestigio y, en segundo lugar, Colin podrá salir del centro más pronto. Cuando llega el gran día, todo sucede como se preveía hasta que el protagonista está a punto de cruzar la meta en primera posición; entonces, con actitud nihilista, decide rebelarse contra la autoridad, las normas y los valores impuestos, dejando que los demás corredores lleguen antes que él.

El personaje de Colin destila rabia, mucha rabia. El relato en primera persona es tan directo e impactante que parece una canción punk de la época thatcheriana en versión literaria. Sillitoe no es un moralista, no intenta presentar tampoco la bonhomía de la clase trabajadora, sino más bien mostrar su faceta amarga y real, una faceta que probablemente no sabría ilustrar si su infancia hubiese transcurrido en cualquier barrio confortable en el seno de una familia burguesa.

Crudeza, marginalidad, soledad y miseria son elementos característicos de la historia que da nombre a la presente edición de Impedimenta (2013), pero también del resto de relatos que lo acompañan. Aunque estos resulten eclipsados por el primero, son absolutamente recomendables –a excepción de uno, y no diremos cuál– si el lector está interesado en un tipo de narración intensa y realista que rehuye de la idealización de la clase obrera y de los finales felices.

Escrito por Antoni Bauçà