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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

«Colegiala», de Osamu Dazai

Al resaltar con tanto detalle las interioridades del sentir femenino, la escritura de Dazai parece encerrar una cierta voluntad didáctica que, eso sí, no parece tanto con intención académica como con intención de advertencia, de complicidad, de sensibilidad incluso hacia la figura de la mujer como depositaria (y generadora) de tantos sentimientos de cuantos está diseñada la realidad del género humano.

Quizá bastaría con leer el relato «Vergüenza» para advertir esta cualidad, si bien este relato va mucho más allá de las percepciones imaginarias de una joven sensible, pues guarda también un homenaje a la figura del escritor, a la concepción racional de la realidad y, si cabe, al contenido de las ilusiones, esas que motivan nuestros actos cuando no tenemos gana de predeterminar demasiado las cosas.

Y como clave literaria, una escritura paciente, muy elaborada, con un lenguaje próximo y a la vez elegante –ese que lleva al lector no solo a predecir la imagen, sino el pensamiento que suscita-, de ahí frases como: «No hace falta que uno tenga la necesidad de conocerle en persona para darse cuenta de que no tiene ninguna seguidora femenina» (escribe Kazuko, la protagonista del cuento ‘Vergüenza’, a un autor al que no ha leído). «Usted confiesa sin tapujos que es horriblemente pobre, tacaño, feo y sucio (…) y cómo se queda dormido en el suelo tras armar un buen follón, sobre todas las deudas que tiene y sobre muchas otras cosas sucias y deshonrosas que, permítame que se lo diga, afectan de forma muy negativa a su persona». Para recriminarle a continuación: «No debe hacer cosas así, señor Toda».

Aquí se rinde un delicado homenaje a la imaginación lectora. En el cuento «Esperando», sin embargo, lo que hace es, mediante un brillantísimo diálogo introspectivo, un canto a un discurrir literario que enriquece, con la minuciosa descripción de que hace gala, el valor y significados del pensamiento de quien espera.

Son, acaso, personajes solitarios, lo que propicia la invitación a reflexionar sobre los propios actos –deduciendo de ello enseñanza- pero a la vez es una construcción literario minuciosa, sutil, fabuladora y entrañable dentro de su concentrado realismo.

Un texto que reconforta y sublima el acto de leer, el placer de la lectura.

Escrito por Ricardo Martínez.