A ello le llevaron sus dotes naturales y un carísimo matrimonio que le obligó a buscar dinero bajo cada párrafo que alumbraba. Lytton también se dedicó a la política y, en una de esas curiosas sorpresas vitales de los héroes decimonónicos, vio incluso cómo se le proponía ocupar el trono griego, tentación que sabiamente declinó. Ahora bien, si en algo sobresalió Lytton fue en la composición de textos macabros como esta sorprendente La casa y el cerebro (1859). Baste decir que el gran Lovecraft, con quien hoy le obligo a compartir sección, consideró este apasionante relato como la cima de los cuentos de casas encantadas. Todo empieza con la exploración de una mansión en la que nadie logra pasar de la primera noche. Pero tras los primeros efectos sobrenaturales se abre un camino que conduce directamente al corazón del mal.
Camino directo al corazón del mal
Conocido del gran público por su espléndida Los últimos días de Pompeya, el polifacético londinense Edward Bulwer-Lytton (1803-1873) escribió poesía, drama, ensayo, novela y todo cuanto se le ocurrió o le propusieron.