Hemos estado en Walden Pond, la laguna de Massachusetts donde se refugió para escribir su influyente obra Walden. La vida en los bosques (recién reeditada en España junto con su biografía en formato cómic).
DÓNDE VIVÍA Y PARA QUÉ
Dos años, dos meses y dos días. Ése es el tiempo que Henry David Thoreau pasó en una pequeña cabaña que él mismo construyó, en el bosque junto al lago Walden. Allí vivió como un espartano, un asceta retirado que pescaba, caminaba, observaba la vida salvaje y meditaba acerca de las ventajas espirituales de una vida simple y sencilla en contacto directo con la naturaleza. El experimento de Walden, a través del cual pretendía demostrar la inutilidad del estilo de vida de la época, cristalizó en su obra homónima: un ensayo a medio camino entre el diario de un naturalista y un tratado de filosofía.
Y todo esto, ¿para qué, Henry-David? La respuesta está en la placa que hoy recuerda el emplazamiento original de su cabaña: «Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida… para no darme cuenta, en el momento de morir, que no había vivido».
LAS LAGUNAS
La fotogénica laguna de Walden, rodeadas de los deliciosos y aparatosos bosques de Nueva Inglaterra, es hermosa pero de dimensiones discretas. Thoreau decía acerca del paisaje que era de “escala humilde». «Aunque bello, carece de grandeza», admitía. Hacemos un alto aquí para ceder la palabra a Julio Camba:
«Están bien los lagos, pero hay que guardarse de describirlos. En literatura producen un resultado funesto. ¡Cuidado que es difícil admirar a la Naturaleza sin decir tonterías, sobre todo cuando se trata de una naturaleza poética! Se puede ser original en la mesa de un café, en una reunión de amigos, ante los acontecimientos ridículos de la vida diaria , pero no hay manera de adoptar una postura original frente a montañas de 3.000 metros. Frente a estas montañas o se calla uno o dice tonterías».
Así que mejor nos callamos.
VISITAS
Revestido santo patrón de todo tipo de ideologías, desde el ecologismo anarquista hasta libertarismo, Thoreau es objeto de admiración de seguidores de las causas más diversas. Hasta Walden peregrinan hoy jóvenes activistas o hipsters de barba, camisa de cuadros y bañador (ellos) y vestidos de flores (ellas). Con el libro bajo el brazo, rastrean la huella de Thoreau en busca de la emoción literaria de compartir los escenarios de su vida. De propina, conviven con las populosas familias de domingueros de Nueva Inglaterra en busca de un chapuzón. La mezcla es pintoresca y, una vez allí, la oferta, limitada: uno puede darse un baño, contemplar con mirada pensativa las rocas que donde una vez estuvo la cabaña de Thoreau o rodear el lago (recorrido que, a buen paso, no requiere más de media hora): tres actividades sencillas y naturales que democratizan las posibilidades de tan diversa fauna. Creemos que a Thoreau le habría gustado.
LEER
“Antes que el amor, el dinero, la fe, la fama y la justicia, dadme la verdad”. Tanto el best seller Hacia rutas salvajes como su versión cinematográfica, retrataban a Christopher McCandless, el joven estadounidense que lo dejó todo para vivir en libertad en la naturaleza y acabar muriendo de inanición (o por envenenamiento, existe discrepancia al respecto) en Alaska, como un chico altamente influido por la experiencia y la obra de Thoreau. La taquillera historia de McCandless marcó el inicio de la reciente recuperación del autor en la cultura popular como máximo exponente de la filosofía del «lo dejo todo».
Y es que el revival no es únicamente ideológico, sino cultural. Solo en España, se han reeditado Walden y Cartas de un buscador a sí mismo (ambos volúmenes en Errata Naturae) y se ha publicado el muy recomendable cómic biográfico La vida sublime (de A. Dan y Maximilien LeRoy, Editorial Impedimenta). Además, internet se ha convertido en un terreno abonado para que la sabiduría Thoreau prolifere: la influente web cultural Brain Pickings le cita cada dos por tres y han surgido varias cuentas temáticas de Tumblr que dispensan sus sonoras píldoras de sabiduría, imágenes, gifs e incluso memes cómicos sobre el autor, como Hipster Thoreau.
¿Y cómo se explica esta resurrección de Thoreau? Según Enrique Redel, editor de Impedimenta, es la crisis la que ha resucitado su figura con más fuerza que nunca: «Thoreau eligió una vida «autosuficiente»: se retiró a los bosques, y buscó no depender de un poder que, bajo su punto de vista, negaba lo más excelso del espíritu humano», nos explica. «Las coincidencias con la actualidad son evidentes: frente a gobiernos que solo buscan arreglar los desaguisados de los poderes financieros (de los que dependen) a costa de esquilmar los recursos que deberían ir destinados al bienestar común, la única respuesta posible es levantar la voz, decir «no podéis contar con nuestra aquiescencia», negarse a colaborar», añade.
Sea como sea, una de las mejores cosas que se pueden hacer en Walden es, efectivamente, sentarse a leer en la orilla. El movimiento básico (aunque menos original) es plantarse con un ejemplar de Walden. Consejo: antes de abrir cualquiera de estos volúmenes y ponerte a leer en voz alta una de sus frases, recuerda que Thoreau no era partidario de citar a nadie, ni siquiera a Thoureau.
SONIDOS
No abundan. En este sentido, Walden es puro recogimiento. Resulta curiosa la sugerencia a este respecto que hace The Boston Globe: este periódico recomienda acercarse a finales de invierno, cuando la laguna está congelada. ¿El objetivo? Practicar el poético deporte de escuchar los crujidos que emiten las costuras del hielo cuando éste comienza a derretirse debido al efecto de los primeros rayos del sol.
SOLEDAD
Aunque de tamaño moderado (de hecho, inferior al de otras lagunas vecinas que también se pueden explorar), Walden Pond es generoso en microplayas privadas de entre tres y veinte metros cuadrados donde plantar, a lo sumo, dos toallas y sentarse a mirar alrededor. Tampoco es necesario mucho más.
LA CIUDAD
Si se desea completar el recorrido fetichista y seguir los pasos de Thoreau hasta la tumba, conviene acercarse a Concord, la agradable población alrededor de la cual gravitó la vida del escritor (y la primera ciudad americana en prohibir las botellas de plástico, por cierto). En el famoso cementerio de Sleepy Hollow (ojo, no es el de Tim Burton), se encuentra la tumba del autor: una sencilla lápida con un conciso “Henry” grabado en ella.
ECONOMÍA
La entrada al parque estatal es gratuita, pero la creciente popularidad del lago y sus reducidas dimensiones, hacen que si la afluencia es elevada haya que esperar en alguno de los parkings contiguos a que otros visitantes desalojen el lugar. La espera se puede emplear en curiosear entre los souvenirs de la tienda o en visitar la estatua de Thoreau y la réplica de su cabaña que se erigen junto al parque principal. Desde la cercana ciudad de Boston, apenas se tarda media hora de coche por la Interestatal 90.
LEYES SUPERIORES
Si te apetece filosofar, éste es el lugar perfecto para llegar a tus propias conclusiones sobre la relación entre el hombre y la naturaleza; si solo te apetece bañarte, la única ley superior que debes cumplir es utilizar el filtro Walden en tus fotos de Instagram. Qué menos.
LA LAGUNA EN INVIERNO
Se congela y se convierte en una pista de patinaje gigantesca, molona y salvaje (ojo a esta foto de 1972)
PRIMAVERA
Por sus coordenadas, Walden es un hábitat sensible a los cambios de estación. Mejor que en primavera, debe visitarse en otoño, estación en la que la laguna se pone especialmente resultona. Como el resto del estado de Massachusetts, el condado de Middlesex es uno de los puntos calientes del llamado «foliage», una orgía de color que todos los años protagonizan los bosques de Nueva Inglaterra, atrayendo a miles de turistas en peregrinación. En esta web se puede seguir con detalle la evolución cromática del follaje otoñal para que vayas a visitarlo cuando se ponga del color que más te guste.
CONCLUSIÓN
Además de un enclave natural muy resultón y repleto de emoción literaria, Walden es fortaleza desde la que reivindicar una existencia humana libre de obligaciones y llena de tiempo libre (condición indispensable en cualquier noción del concepto “vacaciones”, tan nuestro). Allí Thoreau escribió esto:
“Los hombres trabajan por error (…) se dedican, como dice un viejo libro, a acumular riquezas donde roen la polilla y la carcoma, donde los ladrones abren brechas y roban. Es una vida de locos, como comprenderán cuando lleguen a su fin, si no antes”.
Amén, Henry.