Boris Vian murió solo. Mientras asistía de incógnito en un cine parisino al estreno de la adaptación cinematográfica de su novela Escupiré sobre sobre vuestra tumba. Tenía 39 años y el corazón hecho un trapo. Su muerte, precipitada, era el corolario feroz de una vida exprimida de forma intensa y a golpe de jazz.
Vian siempre desafió las leyes. Las de la justicia y las de la física. De niño, los médicos le habían diagnosticado una muerte todavía más prematura de lo que fue. (…)
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