No hace mucho en una sobremesa con mi madre, la mujer se armó de valor y me preguntó: ¿A ti nunca te gustó el colegio, verdad? No, mamá. Respondí casi por instinto. No me gustaba el colegio nada, el instituto menos, no fui feliz en aquella etapa de mi vida. Recuerdo las lecturas obligatorias como algo pesado y sin sentido. No promovían el gusto por la lectura, tan solo seguían un programa predefinido por los técnicos de turno. Harto de esta situación me tocó buscarme la vida por mí mismo. Pero un día, en el segundo año de instituto, un profesor nos mandó un extraño libro titulado La metamorfosis. Ese día cambió todo. La indescriptible sensación que me causó aquella lectura hizo que me quisiera dedicar a la literatura y aquí sigo.
Hace un par de años, la editorial Impedimenta sacó un breve relato titulado «El Ruletista» perteneciente al libro Nostalgia del autor rumano Mircea Cărtărescu. Aquel relato me impactó, me heló la sangre e hizo que aquel recuerdo de Kafka estuviese latente. Dicen los mentideros que el escritor rumano será premio Nobel, pero del dicho al hecho. Cărtărescu me volvió a sorprender. Las Bellas Extranjeras es una obra que aborda tres relatos, cargados de humor amargo y brutal. El volumen se abre con «Ántrax», que narra, en plena paranoia post-11-S, cómo el autor recibe un sospechoso sobre desde Dinamarca, hecho que moviliza al kafkiano establishment policial rumano. En «Las Bellas Extranjeras», indudable pièce de résistance del volumen, asistimos al delirante viaje del autor en compañía de once escritores rumanos a tierras francesas, un descenso a los infiernos que alcanza, por momentos, la grandeza de lo grotesco. En «El viaje del hambre», un joven Cărtărescu aspirante a poeta en la época previa a la caída del comunismo, es invitado por un grupo de escritores de una ciudad de provincias y se ve arrastrado a un sinfín de situaciones absurdas con el estómago vacío y muerto de frío.
Las Bellas Extranjeras es un libro certero, divertido y cruel. El humor negro inunda esta obra, donde el escritor rumano ha dado una vuelta de tuerca a la forma de contar una historia. Se palpa la sordidez, pero utiliza el humor como parapeto, como descanso al lector. Mircea Cărtărescu es un escritor que escribe desde las entrañas, que nos pasea por el lado oscuro de la vida. Pero siempre, al final, hay una luz.
Por Eduardo Boix.