Si rebuscamos en las enciclopedias sobre el significado de La Flor azul nos dirán que es un símbolo central del romanticismo. Representa el anhelo, el amor y el afán metafísico por lo infinito. En La flor azul no solamente se unen la naturaleza, el hombre y el espíritu humano; simboliza además el afán por el conocimiento de la naturaleza y consecuentemente, de uno mismo.
Y no hay mejor representante del primer romanticismo que Novalis, cuyo verdadero nombre era Georg Friedrich Philipp Freiherr von Hardenberg, un poco largo para firmar sus libros.
La verdad, cuando Enrique Redel me facilitó un ejemplar de La flor azul de Penelope Fitzgerald y me comentó que era una novela fantástica, simplemente pensé que era “amor de padre” por su “hijo editado”. Pero es verdad, esta biografía novelada de Novalis dividida en 55 capítulos muy cortos, por lo que su lectura es realmente fácil. El arte de Penelope Fitzgerald hace el resto. Hay que tener presente que para escribir esta novela la autora tuvo que aprender alemán para poder ir a las fuentes originales y por tanto todo lo que cuenta, hace o dice de Novalis es cierto.
Toda la novela está regada con un sentido del humor muy fino pues se inicia con la llegada de Jacob Dietmahler a casa de Novalis
«Jacob Dietmahler no era tan despistado como para no darse cuenta de que habían llegado a la casa de su amigo el día de la colada. No deberían haber llegado a ninguna parte, por lo menos no a esa enorme casa, la tercera más grande de Weissenfels, en un momento como aquel. La madre de Dietmahler supervisaba la colada tres veces al año, lo que significa que en la casa solo había ropa blanca para cuatro meses. Él tenía ochenta y nueve camisas, ni una más. Pero en la casa de los Hardenberg, en Kloster Gasse, la lluvia de sábanas, fundas de almohadas y cabezales, chalecos, corpiños y leotardos que caía al patio desde las ventanas superiores, siendo recogida en unos cestos enormes por circunspectos criados y criadas, mostraba a las claras que aquí solo se lavaba una vez al año».
Como he dicho antes la novela esta regada de anécdotas curiosas. contaré dos más y os pediría que compraseis el libro y lo disfrutéis.
En las siguientes frases, una conversación de Sidonie con su madre. Toda una declaración de principios para la época:
«—¡La ropa! Todavía hace demasiado frío como para desnudarse por la noche. Yo no me desnudo por la noche, ni siquiera en verano, desde hace por lo menos doce años.
—¡Y has tenido ocho hijos! —exclamó Sidonie—.
¡Líbreme Dios de un matrimonio como el tuyo!»
La siguiente frase también tiene “su aquel”. Es parte de una carta de Sophie a su querido Hardenberg:
«Me enviaste un mechón de pelo, lo envolví en un trozo de papel y lo guardé en el cajón de una mesa. El otro día, cuando quise volver a verlo, tanto el mechón de pelo como el trocito de papel habían desaparecido. Por favor, vuelve a cortarte un mechón de pelo, sobre todo de pelo de la cabeza».
Sin comentarios sobre el mechón que le envió anteriormente.
El libro cuenta con un posfacio de Terence Dooley.
La autora
Penelope Fitzgerald, de soltera Knox, nació en 1916. Era la hija del editor de Punch , Edmund Knox, y sobrina del teólogo y novelista Ronald Knox, del criptógrafo Dilly Knox y del estudioso de la Biblia Wilfred Knox. Murió en Londres en el año 2000.
Fue educada en caros colegios de Oxford. Durante la segunda guerra mundial trabajó para la BBC. En 1941 se casó con Desmond Fitzgerald, un soldado irlandés, con el que tuvo tres hijos. Durante algunos años vivió en una casa flotante en el Támesis. Autora tardía, Penelope Fitzgerald publicó su primer libro en 1975, a los cincuenta y ocho años, una biografía del pintor prerrafaelita Edward Burne-Jones. En 1977 publicó su primera novela, The Golden Child, una historia cómica de misterio ambientada en el mundo de los museos. A lo largo de los siguientes cinco años publicó cuatro novelas vagamente autobiográficas, que la consagraron como una de las figuras más importantes de la nueva narrativa inglesa, comparable a Iris Murdoch o A. S. Byatt. Con La librería (1978) fue finalista del Booker Prize, premio que finalmente consiguió con su siguiente novela, A la deriva (1979). Siguieron Human Voices (1980) y At Freddie’s (1982).
En este punto, Fitzgerald declaró que ya estaba cansada de escribir sobre su propia vida, y se decantó por la novela que desvelaba hechos y acontecimientos del pasado, desde un punto de vista histórico. La primera de ellas sería Inocencia (1986), desarrollada en la Italia de los años 50 y que narraba la historia de amor entre la hija de un aristócrata arruinado y un médico comunista. En 1988 publicó El inicio de la primavera, que tiene lugar en el Moscú de 1913, protagonizada por un pequeño impresor inglés perdido en los albores de la Revolución rusa. Siguieron The Gate of Angels (1990) y La flor azul (1995), centrada en la vida del poeta alemán Novalis. Penelope Fitzgerald murió en Londres en abril del año 2000. (Fuente: la editorial)
El autor del posfacio
Pocos años antes de su muerte, Penelope Fitzgerald le hizo saber a Terence Dooley que deseaba que fuera su albacea literario, encargo que él aceptó con orgullo y entusiasmo. Hoy ejerce dicha labor con el apoyo y el consejo de su mujer, Tina, hija mayor de Penelope Fitzgerald. Entre las tareas que realiza, se encuentran las siguientes: revisión de ensayos y cartas, archivo de documentos, preparación de nuevas ediciones, estudio de las propuestas cinematográficas, preparación de programas televisivos y radiofónicos, presentaciones… Un trabajo fascinante cuyo principal propósito es el de acercar la maravillosa obra de la autora a sus lectores y que estos conserven en su memoria la imagen de la gran escritora que fue. Tina y Terence Dooley son en la actualidad profesores de español.
Por Guillermo Lorén González.