cabecera 1080x140

Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

El hombre de Pompeya

Robert Burwel-Lytton fue uno de los padres de la moderna novela histórica, aunque hoy esté casi tan sumido en el olvido como las ruinas de Pompeya

En 1833, el político y aristócrata inglés Robert Bulwer-Lytton (1803-1873) se hallaba de visita en Milán, cuando quedó completamente cautivado y deslumbrado por un lienzo expuesto en la Accademia Brera de Milán. Se trataba de una espectacular, aterradora e impresionante recreación de Los últimos días de Pompeya –tal era también su título-, pintada por el artista romántico ruso Karl Briullov, que había merecido encendidos elogios de compatriotas insignes como Gogol o Pushkin. Lytton, que no era solo un destacado miembro de la escena política británica, sino también un escritor que llevaba intentando conquistarse un hueco en las letras inglesas desde más de una década atrás, se encontraba realizando un tour por Italia, junto a su esposa, a fin, entre otras cosas, de reunir material para su próxima novela, sobre la figura del rebelde tribuno Cola de Rienzi. La súbita visión del lienzo de Briullov cambiaría su vida para siempre.

Al año siguiente, publicaba Los últimos días de Pompeya, su propia recreación literaria del trágico destino de la ciudad romana, alegoría, a través de una melodramática intriga de conspiraciones, traiciones y romance, del destino mismo del decadente Imperio Romano, ante la pujante llegada del cristianismo, sin caer, sin embargo, en fáciles moralismos. La novela se convirtió en best-seller automático, siendo traducida a múltiples idiomas, consagrando a su autor como el más popular escritor de novela histórica tras Walter Scott y lanzando su carrera literaria de forma meteórica.

Lytton es, sin duda, uno de los grandes pioneros de la novela histórica en sentido estricto, es decir, comprometida con la recreación literaria de periodos del pasado, ateniéndose con la mayor fidelidad posible a los conocimientos arqueológicos e históricos asequibles en su tiempo, pero modernizando su expresión y psicología, pergeñando obras que pudieran llegar y emocionar con éxito al lector contemporáneo. […]

Pero Bulwer Lytton cultivó también otras facetas literarias, quizás, paradójicamente, aquellas que mantienen su nombre vivo en la actualidad, al menos en ciertos círculos de conocedores y aficionados. Por ejemplo, como escritor de literatura fantástica de signo marcadamente ocultista, con obras como La casa y el cerebro(1859), recientemente reeditada por Impedimenta, pionera del relato de fantasmas parapsicológico moderno.

Para leer el artículo completo de Jesús Palacios, pinche aquí.