El autor de Una chica en invierno debutó en la novela en 1946 con Jill (Impedimenta), una historia ambientada en el Oxford de los primeros aóos de la II Guerra Mundial y en la que brilla el estilo mordaz y conversacional de Larkin, uno de los poetas imprescindibles del siglo XX, un escritor que supo detectar y plasmar como pocos las miserias de la sociedad contemporónea.