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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

La rara avis de Iris. Irrealidad y drama

Impedimenta publica 'El unicornio', un verso suelto en la obra de la espléndida autora, porque actualiza el género de la novela gótica en un paisaje claustrofóbico.

Impedimenta acaba de publicar una rara avis en la extensa producción de Iris Murdoch (1919 – 1999) porque El unicornio, su séptima novela, se puede considerar entre otras muchas cosas una novela gótica. En ella encontramos elementos clásicos del género como un castillo siniestro emplazado en un paraje desolador, una bella mujer encerrada en él y una joven profesora que acude a formarla y que tratará de desentrañar el porqué de esta reclusión e intentará liberarla.

Elementos todos ellos que Murdoch actualiza con ingenio y encanto, porque impregna todo el escenario teatral de cierto aire féerico, de cuento de hadas, sin olvidar los dilemas morales que a la escritora británica, nacida en Irlanda, tanto le gusta plantear.

Hannah, la joven encerrada en el castillo de Gaze, mantiene una suerte de encantamiento sobre sus habitantes, aunque, a punto de cumplirse siete años del encierro, parece que algo mágico e impredecible está a punto de pasar. Hannah, como el unicornio, es símbolo de virginidad y de redención y parece cargar con los pecados de todos los inquilinos de Gaze.

Juega aquí además un papel primordial el paisaje, que con tanta maestría Murdoch suele mostrar en sus obras, entreverando detalles propios de un naturalista con pura poesía. Por Ignacio Echeverría, autor de un completo prólogo, sabemos que la novela la concibió durante una excursión en furgoneta por el oeste de Irlanda. El paisaje agreste y místico de la obra está inspirado en los acantilados de Moher. Paisaje y castillo forman un claustrofóbico escenario que recuerda a una novela anterior, la espléndida La campana, en la que una comunidad laica medita en soledad junto a un viejo convento.

Y pese a que El unicornio es una novela que se sale de la horma narrativa de Murdoch, encontramos elementos muy típicos de su obra. Es el caso del personaje ermitaño Max Lejour, que apura su vejez escribiendo una gran obra sobre Platón justo en la aislada mansión que hay frente al castillo, un personaje que recuerda al huidizo sabio de Amigos y amantes. Pero sobre todo, la huella más auténtica de Murdoch es su capacidad para crear una alta comedia filosófica en la que la acción es continua y los giros narrativos dejan sin aliento al lector, pero sin que sus personajes abandonen, en medio del caos, el miedo o el ridículo, el interés por dar respueta a problemas existenciales o a desentrañar los oscurso designios del amor.

‘El unicornio’ no es una obra maestra pero su disonancia con el resto de los libros de Murdoch la hacen muy atractiva. El gran teatro del mundo en un paisaje costero abrupto, aislado… y mágico.

Por Alfonso Vázquez.