El (hipotético) lector atento de este blog se habrá percatado de que esta sección no es más que una excusa para hablar de buenos libros. Hoy nos ocupa una preciosa novela que hace poco ha redescubierto la editorial Impedimenta.
Si bien es cierto que la enseñanza no es el tema principal de la novela, sí es la ocupación de unos de los pocos personajes de la novela que parecen sensatos al principio: Jonh Forbes, padre de Cato y Colette y profesor universitario. En varias fases del libro se le ve refunfuñando sobre la juventud:
La juventud carece de firmeza, pensó. No son como fuimos nosotros. No pueden afrontar nada que les resulte difícil. No se les ha enseñado la importante diferencia que existe entre hacer las cosas bien y hacerlas mal. No quieren más que ser ellos mismos, pero la educación es el proceso de ampliación y cambio que se desarrolla hasta poder llegar a comprender aquello que es diferente. No es de extrañar que la indolente y vocinglera juventud izquierdista esté derivando hacia un anarquismo obtuso: siempre quejándose, cuando hay tantas cosas buenas por hacer y tantas por aprender y por lo que regocijarse. Evidentemente, los problemas comienzan en el colegio, y están todos ellos empapados de autocompasión. ¡Nunca se me habría ocurrido decirle a mi padre que no era feliz en la facultad!
Este enfado de Jonh Forbes hacia la indolencia de la juventud estalla cuando descubre que su hija Colette ha abandonado los estudios:
– Era estudiante, pero lo he dejado.
– ¿Por qué?
Colette guardó silencio un instante.
– No es mi camino.
– Ah, tú tienes el tuyo. Qué suerte.
– ¿Crees que estoy equivocada?
– No tengo ni idea. La educación es tan fácil en estos tiempos…Le quitan toda la parte complicada. No es más que una forma de entretenerse.
Y más adelante incluye a su otro hijo en la reprimenda:
– Sois una pareja sin precio. No puedo entender que no quieras estudiar. Siempre fuiste una quejica y una quisquillosa…
– Hablas como si estudiar fuera algo muy especial y no pudiera hacerse ninguna otra cosa, pero existen centenares de caminos para descubrir el mundo.
– Es que es algo muy especial e insustituible. Es valioso. Y tú tienes la condenada suerte de poder hacerlo.
Pero no siempre era duro con sus hijos John Forbes, también tiene momentos de comprensión:
Colette era perfectamente capaz de disfrutar con su trabajo y de obtener un título universitario de cualquier clase. Después, como estudiante graduada, podría hacerlo sin duda mucho mejor. Era de desarrollo tardío y un poco indolente. El problema estaba en que sus profesores jamás veían que ella, detrás de su característica lentitud, era capaz de pensar de verdad.
En cualquier caso gran libro, gran escritora y bonita edición a cargo de Impedimenta. Seguiremos con las recomendaciones. Buen verano.
Por José María Rodríguez Matarredona.