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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Reseña: «El Invencible», de Stanislaw Lem – Ruido de Fondo

En este año, que se cumple el centenario del nacimiento del genio de la ciencia ficción Stanislaw Lem, Impedimenta apuesta por la publicación de “El Invencible”; sin duda alguna, uno de los puntales más consistentes dentro de la vasta trayectoria del autor polaco. No en vano, estamos ante la que, junto a sus fábulas robóticas, es su obra más abierta al gran público.

Escrita bajo las mismas coordenadas científico-descriptivas, hasta lo obsesivo, de “Solaris” (1961), a diferencia de su novela más famosa y reconocida, “El invencible” rebaja el poso existencial en pos de una trágica novela de aventuras espaciales. Diversión en grado sumo, en base a un argumento profundamente distópico, donde nos encontramos en el inhóspito planeta Regis III, a bordo de la nave interestelar “El Invencible”, cuya misión es encontrar a Cóndor, su nave homóloga. A partir de esta premisa, Lem teje un encadenado subyugante de escenas que despiertan la imaginación hacia el gran cine de ciencia ficción facturado en los años setenta. En este sentido, la huella de este pionero se transluce en un argumento donde la evolución artificial emerge como corazón conceptual de las desventuras vividas por Rohan y sus ochenta y dos compañeros de expedición, junto a los que se enfrenta un enemigo aterrador, indescifrable, ya sea en forma de nube negra apocalíptica o como estructura robótica inteligente.

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A diferencia de otras novelas de Lem, en esta ocasión no hay tiempo para romper la intensidad de la trama. Las escenas de enfrentamientos se van sucediendo en una guerra contra lo desconocido, alimentado por el absurdo instinto conquistador de la raza humana, aquí ironizado hasta niveles, ciertamente, sangrantes. Para llevar a buen puerto el equilibrio perfecto entre reflexión filosófica y entretenimiento al cubo, Lem describe un muestrario espacial, sencillamente, fastuoso. Nanobots, ese “Cíclope” de batalla, las expediciones por las dunas espaciales y todos los componentes pertenecientes a la imponente nave protagonista dibujan el campo de acción perfecto para disfrutar, como pocas veces se ha hecho, de una misión interestelar, en la que, finalmente, se plantea el apocalipsis desde el mismo momento en que queda claro que la tecnología ha superado, y se ha desligado, del hombre.

En definitiva, estamos ante una obra capital que, como siempre sucede en el caso de Lem, transciende su clasificación como mera novela atada a las pautas del ejercicio de estilo en materia de ciencia ficción.