cabecera 1080x140

Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Cuenta la escritora irlandesa Edna O’Brien (Tuamgraney, 1930) que todas y cada una de las mujeres que conoce deberían leer, al menos una vez en la vida, El devorador de calabazas, de Penelope Mortimer (Rhyl,1918 – Londres, 1999). Y no porque sea una novela en exclusiva para mujeres, o femenina, esa etiqueta que a veces se coloca, en cierta manera, para estigmatizar algunas obras. Esta recomendación, a buen seguro, proced más de la hondura psicológica de la historia, del estilo directo y descarnado de la autora que, a través del personaje de la señora Armitage – una mujer casada, madre de una prole de hijos – retrata las miserias de un matrimonio en guerra y cuajado de heridas. Es la voz de una mujer rota y también de la suya, pues a través del personaje retrata su destructivo matrimonio con el escritor, dramaturgo, guionista y abogado John Mortimer (Hampstead, 1923 – Turville, 2009).

P. Mortimer publicó esta novela en 1962 y ha llegado este otoño a las librerías españolas de la mano de Impedimenta. Como apunta Daphne Merkin, en el prólogo a la edición de The New York Review of Books, a pesar de haber transcurrido más de medio siglo, “sus inquietudes, —las diferencias esenciales entre hombres y mujeres en cuestiones de amor y sexo, la soledad existencial que no pueden aliviar ni el matrimonio ni los hijos—siguen vigentes. Podría haberse escrito ayer mismo e intuyo que su lúcido examen de la fragilidad que amenaza hasta nuestros más firmes empeños seguirá teniendo eco en las generaciones de futuros lectores”.Por eso, la define como “una especie de visionaria literaria, no tanto de la oscuridad de la vida doméstica sino de la gris claustrofobia y las ocasionales traiciones del matrimonio de clase media”.

El devorador de calabazas cuenta en primera persona la historia de la señora Armitage, que ya ha pasado por cuatro matrimonios y ahora está casada con un célebre guionista, el frío y mujeriego Jack Armitage, que le es infiel. Él no desea tener más hijos, pese a que a ella es feliz con cada embarazo, por lo que quiere impedir a toda costa que su mujer vuelva a dar a luz. En esta encarnizada lucha, la tensión se puede cortar en cada diálogo, con reflexiones demoledoras.

“No se aprende nada lastimando a los demás; solo aprendes cuando te lastiman a ti. Si antes yo había sido práctica, ignorante, impetuosa y cariñosa, ahora era una arpía redomada que creaba un vacío donde mi propio vacío pudiese sobrevivir. Nos tendrían que haber encerrado mientras duró, o permitir que nos matáramos físicamente. Pero de haber podido elegir, no nos habríamos matado el uno al otro, sino a nosotros mismos”,cuenta la protagonista y narradora.

La historia relata además otros aspectos de la vida de esta mujer, culta y valiente, como sus relaciones con sus padres, amigas de la adolescencia, anteriores maridos y esa agenda repleta de contactos con los que ya no cuenta por haberse volcado en exclusiva en su matrimonio. Son quizá las charlas con su psicoanalista donde mejor se aprecia esa voz irónica, tintada de humor negro, que define tan bien ala protagonista. Su desgarro, doloroso y asfixiante, es también físico.Se habla del cuerpo, de la libertad de la mujer, del sexo, del embarazo, del aborto y de la esterilización:“Que te abran y te cosan te hace ver lo mucho que contienen la piel y los músculos: estamos rellenos de vida y podemosr eventar con facilidad”.

Fuerza autobiográfica

Esta es una de las tres novelas en la que Mortimer volcó una mayor carga autobiográfica. Junto a las otras dos, The Bright Prison y Daddy’s Gone A-Hunting, bien podría formarse una trilogía, pues sus tres protagonistas son un “claro alter ego”. La autora explicó en la BBC en 1963, la importancia que para ella tiene El devorador de calabazas: “En esta novela he escrito prácticamente todo lo que puedo decir sobre los hombres, las mujeres y sus relaciones mutuas”. Sus paralelismos y espacios comunes con su vida real son más que evidentes.

Mortimer estuvo casada 4 veces y fue madre de 6 hijos. Con John Mortimer, con quien tuvo un hijo y una hija, contrajo matrimonio en 1949. Su relación fue tormentosa, salpicada de aventuras extramatrimoniales por ambas partes, y en 1956 la escritora intentó suicidarse. Después, acudió a un psicoanalista freudiano y accedió a abortar y esterilizarse cuando quedó embarazada por octava vez. Antes había sufrido un aborto natural. Paralelamente, su marido acababa de dejar embarazada a una de sus amantes, la actriz Wendy Craig. Penelope y John se divorciaron en 1971.Pese a lo difícil de su separación, ambos continuaron con sus vidas y con sus carreras literarias.

El devorador de calabazas dio el salto a la gran pantalla en1964, adaptada con guión de Harold Pinter y dirigida por Jack Clayton. Sus protagonistas fueron Peter Finch y Anne Bancroft, nominada a un Oscar por su interpretación de la señora Armitage. Las obras de John Mortimer, también vieron la luz en distintos escenarios. En España, la editorial Libros del Asteroide comenzó el año pasado a publicar su Trilogía Titmuss, con la primera entrega, Un paraíso inalcanzable, que escribió en1985. Se trata de una sobresaliente novela coral que satiriza el thatcherismo y narra cuarenta años de historia de un pueblo inglés.

Desde comienzos de año puede disfrutarse de la segunda parte, El regreso de Titmuss, publicada por primera vez en 1990. El autor recupera en ella algunos de sus potentes personajes para adentrarse de nuevo en la vida de localidad, en sus intrigas políticas y en los cambios que el desarrollo económico provocó a finales del siglo pasado. Pone el broche de la saga The Sound of Trumpets (1998). La primera novela de la serie fue adaptada a la televisión. Tanto John como Penelope escribieron obras plenamente.

Parejas de escritores

Las relaciones más apasionadas a veces saltan las fronteras de la ficción y beben de la realidad. Es el caso de la famosa pareja de escritores estadounidenses formada por Francis Scott Fitzgerald (Minesotta, 1896 – California,1940), autor de la famosa novela El gran Gatsby, y su esposa Zelda (Montgomery, 1900 – Asheville,1948), que publicó solo una, Resérvame el vals. Ella no fue solo su compañera, también su musa, aunque siempre a la sombra del autor. Otra pareja que vivió una dramática relación fueron Ted Hughes (Mytholmroyd, 1930 –Londres, 1998) y Sylvia Plath (Boston, 1932 – Londres, 1963), autorreferenciales. Él cuatro volúmenes de memorias y ella dos autobiografías, ambos poetas, que terminó con el suicidio de Plath. España suma a la vida literaria historias como la de María Lejárraga (San Millán de la Cogolla, 1874 – Buenos Aires, 1974) y su marido, Gregorio Martínez Sierra (Madrid,1881 – 1947). La autora firmaría algunas obras con los apellidos de su marido. También escribieron juntos.

En el panorama literario español actual también hay varias parejas de escritores. Eso sí, por fortuna, sin las historias trágicas que acompañan a las anteriores y que bien podrían ser la semilla de una novela. Uno de los matrimonios más conocidos es el formado por Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956), Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2013, y Elvira Lindo (Cádiz,1962), conocida columnista y novelista, muy popular por serla creadora del entrañable Manolito Gafotas. Luis García Montero (Granada,1958) y Almudena Grandes (Madrid, 1960) son otro matrimonio muy famoso. Ambos han publicado este año nuevas novelas, Alguien dice tu nombre y Lastres bodas de Manolita, respectivamente. Otra de las parejas de literatos es la formada por Jesús Ferrero (Zamora, 1952), autor de novelas como Las trece rosas y La noche se llama Olalla, y su esposa, Irene Gracia (Madrid,1956), con obras como El beso del ángel.

Por Leire Escalada