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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Los peligrosos encantos de la burguesía

Esta es una de esas joyas ocultas de la literatura, rebosante de ironía y dramatismo, que incomprensiblemente han permanecido ocultas durante mucho tiempo y que hoy se puede disfrutar por fin.

Cuando Georges Hamlet Alexander Diabologh, joven y apuesto capitán del ejército imperial británico, arriba al puerto de Yokohama, poco después del final de la Primera Guerra mundial, no sabe que le espera la mayor aventura que cabía imaginar: “antes de que partiera de Harbin un día de sol, mi cartera reventaba de billetes de altas denominaciones; ahora, tras haber sido desplumado y pelado por mis parientes, soy de nuevo más pobre que un cura rural… ¡estoy harto de todos ellos, de tíos inmorales, de mujeres insaciables, de memos belgas, de capitanes indigentes, de generales locos, de mayores que apestan, de tías que se atiborran a pyramidon!”

El propio personaje de esta extraordinaria novela resume con sus propias palabras la experiencia que compartirá con el lector que se atreva a disfrutar con ella. Los políglotas es otra de esas joyas literarias que, por alguna razón que desconozco, ningún editor español parecía conocer hasta que impedimenta la ha rescatado de las sombras para ofrecer otro de sus buenos ejemplos de gusto y criterio editorial.

William Gerhardie no fue un escritor especialmente prolífico, pues solo publicó cuatro novelas de las cuales Los políglotas, la segunda de ellas, es la primera que se publica en castellano. nacido en san Petersburgo en 1895 y de familia acomodada, estudió en Oxford y participó tanto en la Primera Guerra mundial como en la guerra civil que estalló en Rusia tras la revolución bolchevique de 1917. en 1934 publicó su última obra, Resurrection, y tras la segunda Guerra mundial cayó en el olvido. solo tras su muerte, en 1977, comenzó a reivindicarse su figura como escritor de culto, llegando algunos a considerarle como el talento más brillante de su generación, y esta novela que me ocupa como la influyente de la literatura inglesa en el siglo XX. Aunque ya se sabe que después de muertos, todos somos bellísimas personas.

Elogios ajenos aparte, he de reconocer que la lectura de Los políglotas es un auténtico placer. Gerhardie maneja la trama y los ritmos con una maestría extraordinaria; describe ambientes con una nitidez diáfana y crea a sus personajes con esa destreza de la que sólo un observador prolijo es capaz. Con todo, el autor construye una tragicomedia elegante y disparatada a la vez, empleando en dosis precisas un fino humor que aligera el dramatismo que sostiene toda la trama.

A Tokio llega el capitán Diabologh -indisimulable trasunto del propio autor- para encontrarse con sus tíos Teresa y Enmanuel, quienes partieron de Bélgica huyendo de la guerra para instalarse en Japón y vivir plácidamente de las rentas que les proporciona el hermano de Teresa, el tío Lucy, quien administra desde san Petersburgo la rica herencia legada por un padre que hizo fortuna en la Rusia zarista. sin embargo, el estallido de la revolución bolchevique ha llevado a Lucy a la ruina, y con él a toda la familia, que se ve obligada a trasladarse a la sombría ciudad rusa de Harbin en busca de un acomodo mejor y más barato. En el apartamento que ocupan confluyen toda una serie de personajes, incluido Lucy y su extensa prole, que huyen de sus propias circunstancias, creando un ambiente claustrofóbico en el que el protagonista ha de lidiar con la intransigencia de su tía, el amor imposible de su prima Sylvia y la voraz codicia de sus compañeros de armas.

El avance del ejército rojo amenaza la ya de por sí inestable vida de todo este elenco de personajes extravagantes y, sin embargo, plenos de humanidad. Tanto que terminan por decidir embarcar rumbo a Inglaterra, unos en busca de una nueva oportunidad, y George para librarse de ellos de una vez por todas.

Ahí comienza la segunda parte de esta novela, que se desarrolla durante la larga travesía en barco en las que vivirán no pocas situaciones cómicas, románticas y dramáticas que Gerhardie expone con inmisericorde ironía y una brillantez apabullante. Las innumerables peripecias que ha de vivir el protagonista, quien narra en primera persona tal experiencia, terminan por moldear su carácter sufriendo en sus propias carnes los peligros de esa burguesía venida a menos, a la que desde el primer momento considera responsable de todos los males de la humanidad.

“Creo que la vida mejora si se mira en retrospectiva. Cuando yazga en mi tumba y recuerde mi vida en su conjunto, remontándome hasta el momento de mi nacimiento, tal vez le perdone a mi creador el pecado de crearme”, reflexiona el protagonista en uno de los pasajes introspectivos que sirven de contrapunto al frenesí de los acontecimientos.

Con indisimulados rasgos autobiográficos, o al menos fruto de sus propias experiencias, Gerhardie parece intentar redimirse narrando una historia en la que el protagonista se convierte en víctima de sus propias veleidades, sometiéndolo a los rigores de sus iguales para demostrar la enorme futilidad de la posición social cuando se ve sometida a acontecimientos incontrolables.

Con todo, Los políglotas reúne todas las condiciones para convertirse en una novela que no debería pasar ni un minuto más sumida en el olvido.

Por A.J.Ubero