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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Tristram Shandy, entre bocadillos

Impedimenta publica una impresionante novela gráfi ca de Martin Rowson sobre el clásico.

Laurence Sterne nació en Irlanda de forma casual. Un acontecimiento que el destino propició probablemente por una buena causa: que se convirtiera en un gran escritor inglés. En su horóscopo traía la suma de dos factores que le abocaban de manera inevitable a convertirse en novelista: su lugar de nacimiento y una temprana tuberculosis (con seguridad la enfermedad más literaria y literaturizada de todas las existentes). Con esos condicionamientos, y por mucho que se resistiera –comenzó a escribir pasados los cuarenta y cinco años–, acabó cogiendo la pluma para escribir una de las obras más originales, inclasificables y humorísticas de todos las épocas: «Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy». Partió de una máxima hoy tan célebre como el «I Would Prefer not to» de Bartleby, que reza: «I Progress as I Digress» (progreso con las digresiones). «El plan de mi obra es en sí mismo un género. En ella conviven dos fuerzas contrarias que se reconcilian. Es, en definitiva, una obra digresiva y al propio tiempo progresiva», comenta en el capítulo vigésimo segundo del primer volumen de esta obra, justo unos renglones por encima de un párrafo en el que señala: «Las digresiones, no cabe duda de que son la aurora, la vida, el alma de la lectura. Sáquenlas de este libro, por ejemplo, y no quedaría nada de él. Sería todo él como un frío y largo invierno. Devuélvanselas al escrito y cobrará la agilidad de un recién casado, exultante de nuevos alientos, aportando variedad y sin temor al desmayo».

El machaque de la crítica
El texto, redactado entre 1759 y 1767, reinventó la novela inglesa, que había irrumpido en esa centuria con títulos como «Robinson Crusoe», de Daniel Defoe, o «Los viajes de Gulliver», de Jonathan Swift (también irlandés). Acabó con la estructura lineal, incluyó los juegos de palabras, los equívocos y una manera de hacer cómplice y partícipe al lector en la propia narración (a través de páginas en negro, capítulos en blanco, puntos suspensivos, asteriscos que incitan al lector a imaginar la palabra que se ha suprimido). El libro recibió todas las inclemencias de la crítica de su tiempo, como se explica en la introducción que precede a la edición de Letras Universales de Cátedra, pero como la narración se publicaba Impedimenta publica una impresionante novela gráfica de Martin Rowson sobre el clásico El título que cambió la novela inglesa en el XVIII por entregas, Sterne tuvo los reflejos de incluir esos comentarios en los capítulos (Cervantes, a quien admiraba este autor, recogió también la popularidad que su buen hidalgo tuvo en aquella España en la segunda parte de «El Quijote»). Como reconoce el propio Javier Marías, que comenzó la aventura de su traducción cuando frisaba los 23 años –una edición que se ha recuperado hace relativamente poco–, el libro terminó influyendo en autores tan trascendentales como James Joyce (otro irlandés). Pero el eco de «Tristram Shandy» y su vocación experimental y transgresora también puede entreverse en la obra de Julio Cortázar, que lo menciona directamente en algunas de sus obras, y en otros novelistas hispanoamericanos.

Con estos preámbulos, no resulta difícil imaginar qué pudo pensar, aparte del seguro escalofrío que debió recorrer su espalda, el dibujante Martin Rowson cuando le propusieron convertir en cómic una obra tan magna y, en apariencia, tan poco abordable. Con anterioridad ya se había atrevido con «La tierra baldía», de T. S. Eliot, un trabajo que le dejo exhausto y que le borró de la mente abordar cualquier idea parecida hasta que unos años más tarde «yo estaba sentado en un pub de Dublín con Antony Ferrell de Lilliput Press. Sin venir a cuento, él me sugirió que yo debería hacer lo mismo con “Tristram Shandy”. Brindando con nuestras Guinness, le dije que estaba loco. Era imposible. Pero la idea quedó latente en mis pensamientos. Después de un rato, la aparente imposibilidad del proyecto comenzó a atraerme». La editorial Impedimenta publica ahora ese aparentemente improbable cómic (con traducción de Juan Gabriel López Guix). Un excelente volumen que glosa el libro de Sterne, lo adapta y lo reinterpreta a nuestros días, incluyendo, por ejemplo, a James Joyce (en un personaje con parche), Martin Amis o incluso la figura del propio dibujante y su perro. «Mi principal problema era resumir las quinientas páginas en un cómic de 160 páginas. En mi trabajo yo suelo sentarme y esperar la inspiración. Con «Tristram Shandy», el inicio, que llegó aparentemente de ningún lugar, estaba en una imagen de Tristram comenzando su historia en una vasta cripta de Piranesi», comentó en un artículo que escribió para «The Independent». Rowson no sólo ha incluido en su trabajo guiños literarios. También ha introducido referencias al arte, como a Durero, representado en uno de los rinocerontes que aparece con claridad en la tercera viñeta del libro (y que es una referencia clara al famoso grabado que este pintor hizo del animal). El dibujante comenta cómo fue este trabajo: «Cuando comparo la extensión de mi versión con las páginas del original, siento un sudor frío. Desgraciadamente, la ecuación de un dibujo = 1.000 palabras no era aplicable (y probablemente nunca lo fue). Para hacer peor las cosas para mí, mi método de trabajo no es para desarrollar “storyboard”. Yo tiendo a hacer las cosas más interesantes: tomo las ideas que encuentro al andar sin necesariamente conocer dónde me llevan. Tenía un plan, pero no uno preciso». Rowson estructuró su versión incluyendo lo que cuenta Tristram en bocadillos y escogiendo una narratividad pictórica concentrada en destilar lo esencial de la hoy conocida narratividad «shandiana».

ODISEA CAPRICHOSA
Martin Rowson (en la imagen, trabajando) se reencontró con el libro de Sterne después de su lectura en la universidad. La obra le sorprendió por su atrevimiento y, también, por la capacidad que ofrecía para leerla de atrás hacia adelante o al revés. Quizá por eso comenta que «mi versión es una odisea caprichosa a través de la misma novela tal como la cuenta Tristram, con sus palabras y las de Sterne. Un paso, que va de izquierda a derecha, a través de las viñetas que oscilan desde el comienzo hasta el final por serpenteantes caminos transitados»

Por J. Ors