Gerardo Vilches, crítico de cómic habla de la última novedad del autor francés David B., Nick Carter & André Breton. Una pesquisa surrealista (Impedimenta).
- David B. es un dibujante conocido sobre todo por Epiléptico, una obra autobiográfica donde narraba cómo la epilepsia de su hermano afectó a la familia cuando eran pequeños con una fuerza visual abrumadora. Está considerada una de las grandes obras maestras de los últimos años. Al contrario de lo que pasa muchas veces con las obras maestras, David B. supo no dejarse abrumar por ello y continuó publicando de manera regular hasta ahora, casi 20 años después.
David B., en muchos de sus cómics, juega con la mitología, con el folclore, pero también con el mundo de los sueños la historia reciente del siglo XX —sobre todo el periodo de entreguerras— y ahí tenemos libros por ejemplo como Diario de Italia o Hâsib y las serpientes, y de alguna forma todo esto todo este universo va a confluir en esta nueva obra que, al mismo tiempo, es muy diferente.
¿Qué tiene de especial Nick Carter & André Breton. Una pesquisa surrealista? Para empezar: el formato. Es un libro apaisado que tiene además solo una ilustración por página y el texto aparece al pie de esa imagen. Súmale a eso que David B. emplea su estilo más minucioso, lleno de texturas en blanco y negro y no podemos evitar ver la inspiración o quizás el homenaje de los grabados de artistas como William Howard, que no dejan de ser un antecedente claro del cómic.
Los lectores se van a sorprender mucho con la historia, porque el libro lo que cuenta es un encuentro imposible entre personaje de ficción y uno histórico. El primero es Nick Carter, un detective pulp de gran éxito en su momento, creado en 1886 por John R. Coryell; y el segundo es André Bretón, autor del manifiesto surrealista y una de las figuras más importantes de la cultura europea del siglo XX.
Es una auténtica locura. No tiene ni pies ni cabeza.
La idea del libro parte de los presupuestos de ese manifiesto surrealista y trabaja mucho con la libre asociación de ideas, la escritura automática. A través de las metáforas visuales y todo ese juego de símbolos de los espectaculares dibujos de David B., sirve de un homenaje maravilloso a una época y un movimiento artístico de profunda influencia en todo el arte posterior.
¿Cómo acaban colaborando el detective y André Bretón? Es una mera excusa. Breton contrata a Nick Carter porque cree que le han robado algo que no sabemos qué es. Nick Carter empieza una investigación que le lleva a moverse entre la realidad y el sueño en la que va a intentar interrogar a otras figuras del surrealismo, desde René Crevel a Salvador Dalí, y se va a enfrentar a todo tipo de extraños villanos, muy retorcidos, incluyendo al temible doctor Quartz, su archienemigo. Es una narración que no busca una lógica convencional, sino que hay que dejarse llevar por esta deriva simbólica, onírica, que nos mueve de una imagen a otra, hasta el punto que Nick Carter acaba combatiendo y ganando la Segunda Guerra Mundial él solo.
A medida que el lector avanza, se da cuenta de que David B. conoce muy bien esa época. Es un gran aficionado al folletín, del que proviene Nick Carter, pero también es un apasionado de la cultura de entreguerras.
Es muy interesante ver cómo el libro diluye las fronteras entre realidad y ficción, pero también entre alta y baja cultura. Ese pulp de consumo inmediato se entremezcla sin jerarquías, con toda la alta cultura, que en su momento fue responsable de derribar estas mismas fronteras precisamente con las vanguardias. Las fronteras separaban lo sublime de lo despreciado y aquí se dan la mano gracias a David B., que ha sabido reflejar muy bien el espíritu de creación libre traducido a su propio lenguaje gráfico.
Es un absoluto placer perderse en los miles de detalles de las páginas que conforman la obra, en sus personajes imposibles, las asociaciones intuitivas de conceptos que tanto hizo el surrealismo. Una maravilla. De los últimos años, el cómic más interesante de David B.
—Gerardo Vilches, El Ojo Crítico