Como es tradición, cuando llega la recta final del año es tiempo de recopilatorios, de listas y de pensar los regalos de Navidad. Aquí va nuestra propuesta cultural.
Las tradiciones son duras de roer. Por eso tenemos que hablar de libros. De libros, de listas y de Navidad. Una vez más. Ya sé. Las listas son a la Navidad como el turrón y los villancicos. Los libros, un mantra para quienes no nos resignamos a contemplar con indiferencia cabezas humanas hundidas permanentemente en una pantalla.
Los alcatraces, de Anne Hébert, es una de las últimas publicaciones de Impedimenta, la editorial del buen gusto y de la literatura sublime que de forma inexplicable otros mantienen olvidada en un cajón. La noche del 31 de agosto de 1936, las primas Nora y Olivia Atkins, de 15 y 17 años, desaparecen sin dejar rastro. Un mes después, el mar devuelve sus cuerpos deshechos. Esta es, a grandes rasgos, la historia que Hébert narra en la novela. Parece simple y negra. Sin embargo, la escritura apocalíptica de la autora se despliega en todo su esplendor. Sus temas recurrentes –la redención, la inocencia perdida, la violencia, la muerte, el descenso al abismo de la memoria– campan a sus anchas entre la bruma y los paisajes en fuga –como sus gentes– que conforman la asfixiante atmósfera de Griffin Creek.
—Ana M. Serrano, El Economista