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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Los libros de la semana – «Una casa llena de gente», de Mariana Sández – Revista Mercurio

  • Recomendaciones literarias de la redacción de Mercurio

Una casa llena de gente

«Ese lugar neutro que es de todos y de nadie, donde se cruza la gente casi sin verse, donde resuena lejana y regular la vida de la casa». Es la cita de Georges Perec con la que se abre el primer capítulo de este libro y cuyos sucesivos comienzos episódicos evocarán las palabras de WalserMusilVila-Matas y Sting (la canción de 1985 Consider me gone), situando la temperatura del relato.

Su protagonista es una traductora que quisiera ser escritora pero no llega, dedicada como ha de estarlo al absorbente hogar familiar y las normas sociales que se imponen en las relaciones con el vecindario. «Un edificio o un barrio no son otra cosa que un montón de voluntades puestas a convivir por la fuerza. Salvo casos particulares, con los vecinos ocurre igual que con la familia: no se eligen, se imponen», leemos.

En ese contexto se acabará situando el misterio que encierra su vida y que legará a su hija para que recomponga las piezas del puzzle, a partir también del testimonio de quienes por allí deambularon. Sus confesiones y reflexiones íntimas cambiarán para siempre la idea que la hija tenía de la madre, motivando una investigación sobre el edificio o «castillito, châteletchâteausandcastlecastello». Se lo describe como «una obra improvisada que los arquitectos parecen haberse querido sacar de encima. El mundo se fue plagando de edificaciones así, como si la vida valiera menos, aunque paradójicamente dura más». Aunque esa realidad arquitectónica provoca los (des)encuentros que conducirán al descubrimiento de un evento dramático, en realidad «la única casa llena de gente que vale la pena es la literatura», dice una de las protagonistas, señalando uno de los temas fundamentales de esta novela irónica y entrañable en torno a los campos de batalla de la cotidianidad: las relaciones humanas y el miedo al fracaso.

Mariana Sández (1973) emprende en estas páginas una reconstrucción de la memoria doméstica, de las grietas por las que se escapa lo íntimo, las vergüenzas y los conflictos, con una mirada que privilegia lo absurdo en lo ordinario: «No conocí a otras personas que, para buscar dónde vivir, examinaran más la casa desde el punto de vista de las comodidades de los libros que de los lectores». Con sutileza y un estilo híbrido, natural, incisivo y polifónico, la autora bonaerense sabe retratar un paisaje cotidiano multiforme y complejo, a partir de los diversos puntos de vista que recomponen una vida, realizando un homenaje al poder evocador de la literatura y mostrándose como una de las voces de la narrativa latinoamericana a seguir. «Vivía con la sesuda convicción de que es posible anticipar el futuro para evitar el error y señalar las equivocaciones del pasado para no volver a fallar. Desde ese punto de vista, el infierno es el presente».