Pronto hará 40 años que Oso se publicó en 1976 en Canadá provocando un notable escándalo por su incómoda obscenidad, por su transgresor elogio de la zoofilia, pero poco queda ya de aquellas alharacas alrededor de un libro considerado hoy por todos un sereno clásico y avalado por el apoyo de compatriotas de la talla de Robertson Davies, Margaret Atwood o Alice Munro. Su autora, Marian Engel (Toronto, 1933-1985), es un figura desconocida en España, aunque dejará de serlo de la mano del sello Impedimenta. Oso es un argumento de peso. Una historia de un amor emocionante, una exploración de hasta dónde puede llegar la relación entre hombres y animales, y que cobra ecos de delicada sonoridad ancestral, telúrica. La protagonista, Lou, una bibliotecaria enterrada en un trabajo que no colmó sus sueños, rompe las barreras de su soledad, de su frustración y de su propio yo en una aventura íntima y arriesgada de autoconocimiento y fascinación para descubrir, desde un simple juego inicial y fortuito, que la respuesta puede estar en lo inesperado. La forma lenta y natural en que el erotismo y el amor crecen convierte el viaje en algo puro, al que la ayuda de la lectura y los libros conferirán a la narración un tempo exquisito. El oso no solo le dará el calor humano que le falta sino que restañará viejas dolorosas heridas que parecían olvidadas. Extraño pero muy hermoso.