Al amparo de una investigación gráfica repleta de referencias y locuras imaginativas, David B. aborda el surrealismo, con magnificencia, inteligencia y humor.
En principio nada. Nick Carter, fue un personaje ficticio concebido por primera vez en 1886 por Ormond G. Smith y creado por John R. Coryell, que comenzó como un detective privado de aquellas novelas pulp de ediciones baratas en Estados Unidos (de a diez centavos) y que llegó a encabezar su propia revista durante años, para luego formar parte de una larga serie de novelas de 1964 a 1990. Se crearon películas basadas en Carter en Francia, Checoslovaquia y Hollywood, también el personaje ha aparecido en muchos cómics y en programas de radio. ¿Y André Breton?, de sobra conocido. Es el reconocido autor y fundador principal del movimiento surrealista.
Pero en esos caminos paralelos de un personaje ficticio y un autor real, llegan a juntarse por la obra y gracia del autor de cómics David B. Un claro exponente del cómic actual de corte surrealista. Con su obra Nick Carter y André Breton. Una pesquisa surrealista (Impedimenta). Crea una relación imaginaria a principios de la década de 1930, cuando André Breton sentía que el surrealismo se estaba marchitando. Además, su mujer ha desaparecido de su vida, sus compañeros surrealistas se han ido o han sido excluidos del movimiento y, sobre todo, le parece que ha perdido lo que le hizo ser el alma del surrealismo. Un Breton convencido de que le habían robado algo, pero ¿qué? Para poder entenderlo, confía la investigación a Nick Carter, ese héroe de los thrillers estadounidenses, para hallar esta cosa indescriptible que supuestamente le fue robada: «el oro del tiempo».
El detective investiga la cuestión conociendo a las principales figuras del grupo, desde Nadja hasta Philippe Soupault, pasando por Max Ernst y Louis Aragon. Sin embargo, la búsqueda se ve dificultada por las intervenciones de sus enemigos, incluido el terrible Doctor Quartz. A través de esta alucinación de tintes fabulescos, parece una increíble novela radiofónica de principios de siglo XX, David B. ofrece una verdadera lección gráfica sobre la corriente artística, sus principios fundamentales, sus actores y sus diferencias.
La obra está compuesta por cincuenta ilustraciones en blanco a negro y a toda página, bajo las cuales aparecen dos o tres líneas de texto a modo de voz en off que se cuelan en el pensamiento del lector, describiendo y desarrollando toda una ensoñación surrealista completa y llena de matices referenciales al movimiento surrealista y a un género literario de corte policiaco; a modo de estampados complejos con sabor esotérico y onírico, con influencias precolombinas y asiáticas, son las imágenes el corazón de toda la historia.
Un cómic en el que corresponde al lector escudriñar el dibujo formado por decenas de elementos, a menudo dispares, para poder apreciar y descifrar su contenido. El juego es más complicado de lo que parece. Realidad y ficción tienden a entrelazarse en este mundo donde un personaje imaginario puede asesinar a René Crevel, quien sin embargo es real.
Un proyecto fascinante en el que el autor ha sabido apropiarse de la forma y el fondo del surrealismo. Una investigación a todas luces surrealista plagada de referencias que aquí se tratan más como guiños a los conocedores del surrealismo que como ilustraciones propiamente dichas, siendo esas referencias a la vida de Breton y al surrealismo numerosas.
Es una lectura amena a la que nos invita David B., partiendo de una idea muy improbable. El autor nos lleva a un asombroso viaje gráfico, en torno a Breton y los grandes artistas de su tiempo. Muy rápidamente nos damos cuenta de que la investigación de Nick Carter en realidad cruza la vida del autor francés, y que David B. aprovecha este viaje para darnos su propia visión, o más bien su interpretación artística del movimiento surrealista, y rendirle un homenaje gráfico muy personal. De Nick Carter, utiliza los códigos de la literatura popular; surrealistas, conceptos poéticos puestos en imágenes.
El talento de David B. es innegable, y la estructura del álbum hace que esta lectura sea totalmente deslumbrante. Es absolutamente necesario tomarse su tiempo, leer el texto que subraya cada página y abandonarse por unos instantes ante el cuadro buscado que lo ilustra. Una experiencia única, ciertamente muy certera en su idea, y totalmente asequible para quienes no tienen un máster en Historia del Arte o Literatura Moderna. En cuanto a aquellos que tienen ambos, gozarán de un momento verdaderamente único. Un cómic que es «el oro del tiempo».
—Pablo Delgado, ABC Blogs