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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

La conciencia crítica de la sociedad afroantillana – «Yo, Tituba, la bruja negra de Salem», de Maryse Condé – La Verdad

En el último claustro universitario (noviembre de 2021) ha sido aprobada la propuesta de doctora honoris causa para la escritora guadalupense Maryse Condé, Premio Nobel alternativo 2018, Gran Premio de la Orden Nacional del Mérito 2020 y Premio Mundial de las Letras Cino del Duca 2021, propuesta que viene motivada no solo por su reconocida obra literaria, articulada en torno al pasado esclavista, la identidad y la memoria, sino por su trayectoria intelectual como docente universitaria, crítica literaria, conferenciante e investigadora, implicada en las problemáticas sociales de nuestra época, siendo actualmente una de las voces más representativas de la Francofonía.

Maryse Condé, escritora polifacética y controvertida, ya aparecía incluida en nuestro programa de Literaturas Francófonas hace 20 años en la Facultad de Letras y ha sido objeto de trabajos de investigación en la Universidad de Murcia, donde se defendió, en 2014, la primera tesis doctoral realizada en la universidad española sobre su obra. De espíritu transgresor y cosmopolita, Maryse Condé es pionera de la escritura femenina y de la oralidad en el universo insular de las Antillas, haciendo gala de una dilatada obra narrativa, coronada con importantes premios: Moi, Tituba sorcière noire de Salem (Yo, Tituba, la bruja negra de Salem), Gran Premio Literario de la Mujer; La vie scélérate, Premio Anaïs Ségalas de la Academia francesa; Le Coeur à rire et à pleurer (Corazón que ríe, corazón que llora), Premio Yourcenar, entre otros muchos galardones literarios.

Su escritura aspira
a esclarecer el bagaje
memorístico del
pasado y a rehabilitar
los silencios de
la historia a modo
de reparación a la
dolorosa memoria
de la esclavitud

La escritora explora con una lúcida conciencia crítica la condición femenina en la sociedad afro-antillana, la desigualdad social de la mujer, sometida al yugo de la opresión patriarcal, de las instituciones y de las leyes, formulando a través de sus personajes femeninos, relegados tradicionalmente al silencio secular, consideraciones generales con un relevante valor universal. En su obra prolífica y multiforme, marcada por el nomadismo y la interculturalidad, el mito insular nutre un imaginario fuertemente feminizado en el que la mujer, en sus diferentes facetas, se identifica con los elementos naturales, la isla, la tierra y el mar

Lucha tenaz

Flexible como el junco, dotada de una gran capacidad de supervivencia, se pliega ante las adversidades para levantarse aún más fortalecida por su gran espíritu de resiliencia. Frente a la pasividad de ciertas heroínas condenadas, limitadas a la función reproductora y a la sumisión patriarcal, se alza la figura femenina productora o creativa, indómita como la naturaleza, que se rebela contra las imposiciones del orden familiar y de un corpus social adverso, entablando en su recorrido identitario una lucha tenaz contra los obstáculos de un destino impuesto. Condé reivindica un espacio femenino propio en el que privilegia el poder creativo de la mujer, su derecho a la instrucción y al desarrollo de sus capacidades intelectuales o artísticas. Por encima de las creencias, de la lucha de géneros y de los conflictos que enfrentan a los seres humanos la autora privilegia el lenguaje universal del arte y la función salvadora de la creación artística.

La dimensión pluridisciplinar de su obra, espacio de intercambio y de confrontación entre las culturas caribeña, occidental y africana, es objeto de gran repercusión mediática y de interés por parte de la crítica y de la investigación universitaria, tanto por su singularidad como por su verdad humana, se trata, por tanto, de una obra abierta a las problemáticas sociales contemporáneas y al mismo tiempo un testimonio de las vicisitudes del mundo actual en lo que se refiere a desigualdad de género, flujos migratorios, cambio climático, revisionismo histórico. En este sentido su escritura aspira a esclarecer el bagaje memorístico del pasado y a rehabilitar los silencios de la historia a modo de reparación a la dolorosa memoria de la esclavitud.

Voluntad de justicia

Estos silencios, reconocidos por la Unesco y considerados por Francia –Ley Taubira– como un atentado contra la humanidad, manifiestan por un lado el deseo de veracidad de la autora por arrojar luz sobre el pasado esclavista, animada por una voluntad de justicia, y, por otro, la preocupación de la sociedad francesa por paliar los errores de la memoria histórica. El pensamiento de Condé va más allá de los amplios horizontes de la Francofonía y conduce sabiamente a fructíferos planteamientos de realidades universales.

—Antonia Pagán López, La Verdad (Arabol)

Un espacio común femenino basado en la complicidad – «Yo, Tituba, la bruja negra de Salem», de Maryse Condé – La Verdad

Cautivadora desde las primeras líneas de sus relatos, cualquier lector puede percibir el aspecto provocador y contestatario que caracteriza la personalidad de Maryse Condé. Su elección de los temas, que percibimos a través de las preocupaciones y vivencias de sus personajes, así como las épocas y lugares en los que se desarrolla la acción, determinan las peculiaridades de su fructuoso imaginario. Asimismo, temática, personajes, espacio y tiempo pueden desvelarnos algunas de las convicciones más profundas de la autora. Su dinámica personalidad esboza un recorrido propio y original, desprovisto de toda trayectoria preconcebida y acentuado por un inconformismo inherente a la actividad creadora. No es de extrañar que, en consecuencia, se le hayan ido atribuyendo, a lo largo de su carrera literaria, apelativos tales como «escritora políticamente incorrecta», «nómada inoportuna» o los calificativos «testaruda», «rebelde», «transgresora», etc., asociados a ese rechazo de lo convencional. Se la reconoce igualmente como «gran dama» de la literatura o «un faro aparte», por ser ciertamente capaz de trazar su propio camino, convirtiéndose además en un referente por su forma de lidiar, como «mujer-torero», con un complejo mundo en manos del todopoderoso hombre blanco.

Mujeres libres,
esclavas, negras,
mulatas, indias,
mestizas y blancas
comparten un mismo
escenario social y un
pasado regido por las
diferencias de color,
de clase y de género

Por una parte, la mujer es uno de los recursos temáticos y principal fuente de inspiración que vertebran su obra, dando voz a una diversidad de existencias marcadas por una peculiar búsqueda de identidad en femenino. Por medio de una «multivoz» procedente de un pasado y un presente más o menos lejanos, son numerosos los personajes que nos revelan esa cara oculta de la Historia, una oscuridad que condena al olvido las especificidades de la silenciada mujer antillana de origen africano. Los valores generacionales y tradicionales se entrecruzan, se oponen y trascienden a cuestiones de alcance universal. Mujeres libres, esclavas, negras, mulatas, indias, mestizas y blancas comparten un mismo escenario social y un pasado regido por las diferencias de color, de clase y de género.

Una esperanza innata

Sin embargo, la relevancia de estos personajes no solo radica en la labor de divulgación de las injusticias de las que han sido víctimas, sino también en el cultivo de un espacio común femenino basado en la complicidad. Entre ficción y realidad, la verosimilitud de estos testimonios de mujeres anónimas, cimarronas, mártires de la insurrección, se traduce en vivencias de abuelas, madres e hijas, convencidas todas ellas de que sus memorias y sus sueños no podrán ser exterminados, a pesar de las humillaciones, la marginación y la miseria. Transmiten, en concreto, una esperanza innata que les impide rendirse, que les impulsa a luchar por la libertad y, de manera más o menos implícita, por la igualdad de oportunidades y derechos entre hombres y mujeres. Se trata de reivindicaciones concretas que parecen, finalmente, adquirir una dimensión femenina integral: la visión de un mundo ideal regido por un amor universal, multiétnico e intercultural, en una sociedad en vías de globalización que conjuga mestizaje, sincretismo y criollización.

Por otra parte, la variedad de épocas y la pluralidad de escenarios evocan experiencias de un pueblo íntimamente ligado a la naturaleza y a la tierra que le rodea. De hecho, alejándose paulatinamente de una simple descripción del momento y de una mera mímesis del entorno, en ciertas ocasiones, historia y paisaje se fusionan de forma magistral, persiguiendo completar todo aquello no recogido en los anales oficiales. Esta original asociación del espacio narrativo a la memoria, a los sentimientos y a la identidad contribuye, sin duda, a transmitir la idea de una irrefutable obligación moral de reescribir la Historia, así como la transcendente necesidad de redefinir unas relaciones humanas socialmente más justas e igualitarias.

Perspectiva caleidoscópica

Heredera de los hábiles narradores antillanos antepasados del griot africano, Maryse Condé nos deleita con su amor por la palabra y el cultivo de lo que podríamos denominar su «literatura-mundo». Con un admirable espíritu creativo y su genuina forma de discurso, logra introducirnos en un universo cuyas fronteras entre lo oral y lo escrito, entre lo real y lo maravilloso, entre lo pasado y lo presente, se desvanecen. Sus textos se asemejan a un mosaico compuesto, en definitiva, por variedad de teselas originales y multiformes que, al integrarse, procuran al lector interesado una perspectiva caleidoscópica, con la que poder observar, de manera privilegiada, el mundo actual y su inherente complejidad.

—Isaac David Cremades Cano, La Verdad (Arabol)