Cerca de siete mil versos componen la versión original de El Levante, una epopeya heroico-cómica que es también una aventura a través de la historia de la literatura rumana, siguiendo la técnica utilizada por James Joyce en el capítulo del Ulises ‘Los bueyes del sol’.
Sin embargo, fue –como se dijo– el propio Cărtărescu quien realizó la preparación del original para su publicación como novela: “Hice un sacrificio convirtiendo el libro en prosa para que pudiera ser traducido” al castellano, explica el autor nacido en 1956 en Bucarest.
Por cierto, la traducción a un idioma extranjero de esta narración que, gracias a ello, encontró luego ediciones en francés, sueco y alemán. El escritor y poeta era consciente de que se trataba de la “única oportunidad” de que esta obra pudiera salir de Rumanía, y en consecuencia actuó.
Se trata de una obra que se enseña en las escuelas y en los libros de texto de su país y cuyo autor cree que se hará cercano al público español por su carácter mediterráneo, ya que en el Mediterráneo se desarrollan las tres cuartas partes de esta epopeya.
La obra, que transcurre en el siglo XIX y contiene elementos muy orientales, “no es un simple viaje a través de la literatura rumana, sino también un poema sobre esa dictadura (de Nicolae Ceaucescu), sobre la revolución y el derrocamiento de un tirano detestable”, indica Cărtărescu.
Por eso, agrega, es también un libro político, una novela picaresca y un escrito de iniciación en la cultura y la poesía rumana pero también en las ideas universales del hombre y la historia que pueden trasladarse a otros países, especialmente en Latinoamérica.
“Muchas veces bromeamos con la idea de que Rumania es un país latinoamericano que se ha perdido en Europa porque nos unen muchas similitudes”, asegura el autor, que –de hecho– se siente más cercano a escritores como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato y Augusto Roa Bastos que a sus connacionales y europeos.
Para Cărtărescu, finalmente, “escribir es una gran y continua alegría” y no un trabajo, de tal forma que se siente privilegiado por haber conseguido poner en práctica su sueño de joven y hacer durante toda su vida lo que más le gusta.