Esta novela tiene algo de experimento y demuestra que, bajo la mirada de Iris Murdoch, el clásico triángulo amoroso se convierte en un polígono mucho más complicado, estimulante y caleidoscópico. También que una novela no tiene por qué ser un engranaje de precisión si puede ser un espacio vibrante y contradictorio que se parezca a la vida. La disyuntiva de un hombre, no ya entre dos mujeres, la oficial y la clandestina, sino entre las dos familias que ha construido con ellas le sirve a Murdoch para volver sobre su gran tema, que es la naturaleza contradictoria del amor. La novela avanza de un modo original: alternando los diálogos rutinarios de los personajes con la fastuosa disección de sus psicologías. Escasamente conocida entre nosotros, ‘La máquina del amor sagrado y profano’ tiene algo de trastienda de obras maestras como ‘Henry y Cato’.
—Pablo Martínez, Las Provincias