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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Mircea Cartarescu, escritor rumano, está propuesto al Nobel. Nunca le han dado un Nobel a un rumano/a que escriba en lengua rumana. Ya sería hora, tanto a la lengua como a Cartarescu. Desconozco su poesía, aunque está traducida, pero sí admiro su narrativa. ¿Por qué? Pues porque pienso que la literatura está destinada a rellenar un hueco, ese que la razón, la pura conciencia real, no puede cubrir.

El periodismo nos cuenta la realidad. Pero la vida es demasiado rica para reducir-se a lo real. Ahí está la literatura. A Cartarescu se le califica de onírico. Cierto. Se le compara con Kafka, Borges o Cortázar. También podríamos encuadrarlo con los pos-modernos norteamericanos. Sus sueños no son pesadillas; nada que ver con Lovecraft u otros narradores del horror de menor calidad. Pero tampoco son beatíficos.

En los subterráneos de la ciudad de Bucarest sitúa inmensas máquinas oxidadas, con espacios angostos como cabinas de astronauta y laberintos poblados de animálculos, o de humanos extraordinarios (no se piense en superhéroes infantiloides) que nunca atacan al protagonista pero lo sobrecogen, y, a veces, lo iluminan en los secretos cósmicos, escaleras piranesianas o escherianas, tuberías en las que inevitablemente entra el narrador y lo conducen a lugares urbanos secretos, impensables, sórdidos, que ejercen un poder ignoto sobre los ciudadanos, un poder tan omnímodo como el de la ‘Securitate’, pero sutil, que parece ejercerse sobre la miseria, la suciedad, el abandono de los edificios de aquella ciudad que llegó a llamarse ‘Pequeña París’, y también la destrucción de los mismos a mayor gloria del régimen de Ceaucescu, pues toda la infancia y juventud del escritor pasaron bajo la dictadura de aquel energúmeno rodeado de energumenillos, como es habitual entre quienes ejercen el poder.

Desgraciadamente no he leído ‘Cegador’, una trilogía inmensa, que no está totalmente traducida. Sí leí ‘Solenoide’, obra maestra. ‘Lulú’, en la misma línea y calidad. Los cuentos no independientes, pues él asegura que es novela, de ‘Nostalgia’, donde la mirada infantil o adolescente es la que prima, con ese mundillo onírico de nuevo, fantástico, donde el niño (o niña, lo mismo), falto de la experiencia absoluta de lo real, cree tanto lo que ve como lo que sueña. ‘Las bellas extranjeras’, narraciones divertidas, graciosas, críticas y aún sarcásticas. O ‘Por qué nos gustan las mujeres’, donde amor y sexo se entremezclan, obviando, por poco tiempo, el onirismo. Lean a Cartarescu, merece la pena.

—Miguel Arnas Colorado, Academia de Bellas Artes de Granada, Ideal, 28 de julio de 2022