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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Cuando Philip Larkin soñaba con ser novelista – «Enredo en Willow Gables», De Philip Larkin – Pérgola

En el centenario del nacimiento del poeta, Impedimenta publica en castellano ‘Enredo en Willow Gables’,
novelas de juventud que escribió con el pseudónimo de Brunette Coleman, en las que experimenta
con el género de las novelas sobre internados femeninos.

Antes de labrarse un nombre como poeta, con obras como Un engaño menor (1955), Las bodas de Pentecostés (1964) o Ventanas altas (1974), Philip Larkin (Conventry, 1922-Hull, 1985) quiso ser narrador. Lo intentó de forma oficial con la novela Jill (1943), sobre la fantasía romántica de un estudiante de Oxford que de pronto toma la forma de la prima de la novia de su compañero de habitación; y volvió a intentarlo con Una chica en invierno (1947). Durante los cinco años siguientes, aún trataría, sin éxito, escribir una tercera novela, antes de entregarse a la poesía.

Pero antes aún de estos primeros intentos, cuando aún era un estudiante en Oxford que preparaba sus exámenes finales, ya había escrito dos pequeñas ‘nouvelles’, ambientadas en un internado femenino. Lo hizo por divertimento y para deleitar a sus amigos Kingsley Amis y Edmund Crispin, y las firmó con el pseudónimo de Brunette Coleman.

Desenterradas, años después, de entre el legado de papeles que fueron entregados a su muerte a la biblioteca Brynmor Jones, en Hull, Impedimenta publica en castellano esas dos novelas, coincidiendo con el centenario de su nacimiento, bajo el título de Enredo en Willow Gables.

Desenterradas, años después, de entre el legado de papeles que fueron entregados a su muerte a la biblioteca Brynmor Jones, en Hull, Impedimenta publica en castellano esas dos novelas, coincidiendo con el centenario de su nacimiento, bajo el título de Enredo en Willow Gables.

La primera de ellas sigue la trama desatada por un billete de cinco libras que recibe por su cumpleaños una de las alumnas, Marie Moore. Confiscado inmediatamente por la directora –que dirige la institución con mano de hierro–, el billete desaparece poco después de su despacho y las medidas no se hacen esperar, señalando como principal sospechosa a la propietaria inicial.

Diferentes enredos e intrigas se suceden a partir de ahí, en una ‘nouvelle’ en la que Larkin remeda las novelas sobre colegialas que tan de moda pusieron en su época autoras como Dorita Fairlie Bruce o Nancy Breany. Sobre esos mimbres, Larkin construye un universo en el que no son ajenos los tintes lésbicos de las relaciones en los
internados para chicas, pero en el que también desata sus críticas contra el sistema escolar femenino.

La segunda parte, Trimestre de Micahelmas en St Bride, ahonda en este universo con las colegialas, ahora universitarias, explorando nuevas tramas románticas y sexuales. Y aún añade una reseña autobiográfica sobre Brunette Coleman, en el que la presunta autora se retrata como una mujer nacida en la costa de Cornualles.

Cuando se publicaron en Inglaterra en 2002, las novelas no estuvieron exentas de controversia. Algunos estudiosos de la obra del poeta consideraban que estas obras juveniles afeaban su legado, mientras otros defendían que eran fundamentales para asomarse a su búsqueda de una voz propia. Poesía directa y muy británica Como poeta, Larkin está considerado como uno de los grandes nombres de la poesía anglosajona del siglo XX, un autor que dio la espalda al modernismo y apostó por un lenguaje muy directo, en ocasiones casi áspero, y por poemas muy anclados en la vida cotidiana. Tan pronto podía escribir sobre un cuchillo hundiéndose en la mantequilla, en una valla publicitaria, como sobre las granjas de ganado que se suceden por la ventana en un viaje en tren por Inglaterra.

Autor marcadamente británico, en otro de sus célebres poemas, Annus Mirabilis, Larkin lamenta que para él llegara tarde el despertar sexual que vivió Inglaterra con la publicación sin censuras de El amante de Lady Chatterley de D. H. Lawrence (treinta años después de la muerte del autor) y el primer disco de los Beatles.

Con otros versos como Lo que sobrevivirá de nosotros es el amor, o el célebre Bien que te joden tus padres (que culmina diciendo: “Escapa lo antes que puedas/ y no tengas hijos”), Larkin es uno de los poetas más citados en lengua inglesa, aunque dio su carrera literaria por acabada con dos novelas, una selección de ensayos y cinco libros de poesía, el último de ellos, publicado ocho años antes de su muerte. También fue, durante diez años, crítico de
jazz.

Las dos ‘nouvelles’ escritas con el pseudónimo de Brunette amplían ese legado oficial con una incursión en un género de moda en sus años universitarios, que él mismo leía en la época, y que entre cuerpos torneados por el hockey y encuentros nocturnos ilícitos, no estaba exento de referencias lésbicas.

El ermitaño de Hull’
Nunca le gustó la escena literaria –aunque mantuvo una estrecha amistad con algunos de ellos, como Kingsley Amis– y lo llamaban ‘el ermitaño de Hull’, en referencia a la ciudad de la costa norteña en cuya biblioteca universitaria trabajó durante casi toda su madurez y que le permitió aislarse en su mundo.

Sarcástico, cínico y, en ocasiones, hasta grosero, su obra está marcada por temas como la muerte, el fatalismo y la fugacidad de la vida y la juventud. Nunca se casó ni tuvo hijos, pero mantuvo una relación de casi cuarenta años con Monica Jones, principal beneficiaria de su testamento. Y aunque pidió que, a su muerte, sus diarios fueran destruidos, como así hicieron Jones y su secretaria Betty Mackereth, las contradicciones del testamento hicieron que se conservaran el resto de sus papeles privados y obras no publicadas.

La publicación de algunos de estos escritos, incluyendo correspondencia privada con algunos de sus amigos, ha suscitado ciertas controversias sobre su vida personal y sus opiniones políticas.

La última de las polémicas relacionadas con el autor saltaba, más recientemente, cuando el periódico The Times denunció este año que uno de los tribunales del General Certificate of Secondary Education (GCSE) había decidido suprimir sus poemas del temario para los exámenes, precisamente en el año de su centenario, para abrir hueco a
las voces de otros autores contemporáneos. Para algunos, una decisión casi de censura, derivada de la corrección política y de un juicio al autor y su vida personal por encima de su obra. Para otros, el necesario hueco en el
temario para abrir la visión de los estudiantes a otras voces en lengua inglesa, rompiendo con la preponderancia de autores masculinos y blancos, y recogiendo imaginarios como el africano o el jamaicano.

—Beatriz Rucabado, Pérgola, julio de 2022