El verano es el personaje omnipresente en la aclamada novela El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de la escritora moldava Tatiana Tibuleac. Lectores y crítica se han rendido ante esta joya literaria publicada en España por la Editorial Impedimenta en 2019. Y aunque hayan pasado ya tres años desde su publicación en castellano, esta novela sigue estando de plena actualidad. Si estás buscando una lectura de verano para ponerle el punto y final al mes de agosto, ya la has encontrado. Esta es la novela de verano que te cambiará la vida o, al menos, te hará sentir esta época del año con todos sus sabores y matices: a veces dulces, pero otras muchas veces, amargos y ásperos.
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes: La novela de verano que estabas buscando
En verano la vida tiende a detenerse. Todo va más despacio; dejamos a un lado las prisas y las carreras hasta la oficina, recoger a los niños, el supermercado… Nos detenemos a contemplar el mundo a nuestro alrededor y también a nosotras mismas. En verano parece que todo es posible. Que se nos concede un paréntesis en el que podemos vivir de verdad. Y no hablo de grandes viajes o vuelos transoceánicos. El viaje más fascinante y transformador suele empezar en una misma.
Algo o mucho de esto les sucede a Aleksy y a su madre en la novela El verano en el que mi madre tuvo los ojos verdes (Impedimenta, 2019) de Tatiana Tibuleac. La novela que te recomendamos como colofón del final del verano.
Aleksy siente un odio visceral hacia su madre. Un ODIO con mayúsculas. No soporta su voz, la forma en la que camina, su pelo… Su vida le parece repugnante. Aleksy y su madre viven en universos paralelos. Se observan desde lejos, pero no se tocan, no se hablan, no se miran.
Mika, la hermana pequeña de Aleksy, la estrella más brillante del firmamento, murió. Entonces, la madre de Aleksy no supo somo seguir queriéndole. El padre, por suerte para todos, se marchó. La vida comenzó a pudrirse en el desván. Poco a poco el moho alcanzó a todas las habitaciones. También a las pieles, las entrañas, los ojos. Los ojos verdes de la madre de Aleksy dejaron de brillar. Se convirtieron en diminutas cicatrices.
Aleksy y su madre son profundamente infelices en sus universos paralelos. El chico ha creado un microcosmos con sus dos únicos amigos de la institución psiquiátrica inglesa en la que permanece interno. Su madre, va y viene intentando que los dolores de toda una vida no sean más fuertes, no consigan ahogarla en la pena. Sin embargo, el verano comienza y todo va a cambiar entre ellos y para siempre.
El verano que lo cambió todo
Llegan a la casa que el anciano y borracho John alquila en un hermoso pueblecito francés repleto de suculentos manjares. Un pueblo amable de personajes pintorescos y ferias constantes en las que se celebra el día de las compotas, de las tartas de mantequilla o de cualquier otra delicatessen de la zona. Un vida tranquila y totalmente ajena a las suyas. Una vida a estrenar.
Sin embargo, lo que la madre de Aleksy busca no es una nueva vida, sino un lugar para morir. Lo ha encontrado, pero no quiere despedirse sin reconciliarse con su hijo. Todo un intenso verano les aguarda para obrar el milagro.
Los mercadillos de objetos imposibles que imploran una segunda oportunidad son el lugar favorito de la madre de Aleksy. Sabe que el final de sus días está cerca, pero inventa mil maneras de dar utilidad a esas vajillas, cubiertos y lámparas olvidadas. Los paseos en bicicleta por el camino de amapolas que va hacia el pueblo son el momento favorito de Aleksy. La panadería de Odille, la oficina de Correos, el ultramarinos de las salchicas caducadas y Moira, la eterna Moira, forman el nuevo universo de Aleksy y su madre. Un universo en el que, ahora sí, pueden mirarse de cerca y aprender a amarse. Es su última oportunidad.
Tatiana Tibuleac es la autora de la novela imprescindible del verano
La periodista y escritora moldava Tatiana Tibuleac escribió esta novela en tan solo dos meses. “Todo el mundo cree que la novela esta relacionada de alguna forma con mi relación con mi madre y no lo está, en absoluto. De hecho, no tengo clara la razón por la que lo escribí; es un libro que sucedió, que tuvo lugar”. El estilo descarnado y el odio visceral que se desprende de los primeros capítulos ha levantado ampollas en una pequeña parte de la crítica, aunque la inmensa mayoría han destacado las muchas virtudes de la obra debut de Tatiana Tibuleac.
Con un estilo rompedor y fresco, la novela El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes no puede enmarcarse en ningún género concreto. “Dejo a los críticos la tarea de clasificar mi estilo. Solo me preocupo por escribir y no del género literario. Aunque siempre persigo que las imágenes que describo provoquen una reacción emocional”, explica. De ahí que el odio, una emoción tan habitual pero de la que tan poco se habla, impregne las primeras páginas como un cuchillo de hoja bien afilada.
“Utilizo el odio al comienzo de la novela para poner al lector a prueba y ver si supera el shock de las primeras páginas”, asegura la escritora. Y, añade: “La madre no ha sido amada, no ha cumplido sus sueños, y al perder a una hija se sume en una situación insostenible. Cuando una familia sufre una pérdida, generalmente no se consigue reaccionar en grupo y, a pesar de que el dolor debería ser un sentimiento que uniera a la gente, suele ser el que la separa”.
Esta es una novela de reconciliación y de esperanza. Contiene una inmensa fuerza narrativa y sacude las emociones de quien supera las primeras páginas y llega hasta el final. Es la muestra de que no todo está perdido, de que siempre hay una rendija por la que se cuela un rayo de luz al que poder agarrarnos.
—Cristina Sierra, Las Furias Magazine, 21 de agosto de 2022