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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

¿El asesino es el psiquiatra? – «Caso clínico», de Graeme Macrae Burnet – La Vanguardia

El autor escocés Graeme Macrae Burnet nos traslada al psicodélico Londres de los 60, a los agitados ambientes de la antipsiquiatría

Rebecca Smyth va al psiquiatra. Hasta aquí, todo normal. Perono se fíen: lo que sucede es que ella sospecha que el terapeuta –el gurú de la antipsiquiatría Arthur collins Braithwaite– indujo al suicidio a su hermana, que se trataba con él. Caso clínico (impedimenta), del escocés graeme Macrae Burnet (Kilmarnock, 1967), es una de las revelaciones de este año literario, un thriller ambientado en el psicodélico londres de los sesenta que mezcla suspense, tensión psicológica (la que se establece entre paciente y doctor)y reflexiona sobre los límites de la cordura y la naturaleza de la identidad. Aprovechando que el autor ha venido a Barcelona a ver un partido del Barça (“también tienen ustedes un Braithwaite, apellido común en el norte de inglaterra”), este diario conversó con él en una terraza del barrio gótico.

El novelista Graeme Macrae Burnet, fotografiado en Barcelona

Autor de la policial La desaparición de Adèle Bedeau (2014), Burnet fue finalista del Booker en 2016 con Un plan sangriento, donde narra como si fuera un documental todo lo que envuelve a un triple asesinato en las Highlands a mediados del XIX. Caso clínico principia con el autor estudiando en el 2020 la polémica en torno a los métodos de Braithwaite (el psiquiatra), a partir de su investigación sobre él y de los diarios que escribió Rebecca smyth (en realidad, ella no se llamaba así sino que es la identidad falsa que adoptó para ser tratada por el tipo).

Identidad, dualidad… el libro trata temas filosóficos, pero es un thriller. “todos tenemos diferentes identidades. Ahora mismo estoy adoptando el rol de escritor, actúo como autor frente a usted, que hace como si fuera periodista, pero si me voy con mis amigos al pub interpretaré otro papel, más histriónico. Yo soy muchos, y usted no digamos”. “Quiero que la gente se enganche al libro –proclama–, a las mentes de estos dos personajes, a la intriga. Quiero que sientan que es un libro muy fácil de leer pero que también tiene peso intelectual. No veo ninguna contradicción entre entretener y profundizar intelectualmente”.

Ha leído, sobre todo, “muchos casos clínicos, de Freud –justamente nominado al Nobel de literatura, pues fue un gran autor de ficción– o Der. D.laing –que aparece en la trama–, entre otros. Leí textos académicos sobre gente capaz de adoptar la identidad de otra persona”. La antipsiquiatría, prosigue, “mostró que hay siempre una verdad, incluso un psicótico se da cuenta de lo que no está bien. se opuso a la bárbara práctica de la terapia por electroshocks, usual entonces para psicóticos, esquizofrénicos, bipolares… causándoles más desórdenes”.

Braithwaite “es un provocador, dice que todo es verdad, que no hay ideas superioresalasotras.es discípulo del liberal isaiahBerlin, muy culto, carismático, entiende de vinos y cine francés, ha ido a oxford y viajado”. Le fascinan los actores –hay cameo del torturado Dirk Bogarde– “porque se dedican a ser otras personas y, cuanto más lo son, más aplausos reciben. en Glasgow, voy mucho al teatro y frecuento el bar tras la actuación, para charlar con los intérpretes”.

Su narradora es de esas que los críticos literarios llaman “poco confiable”. “¿No lo son todos en realidad? –replica velozmente–, no solo los míos, sino todos los narradores de todos los libros. en primera persona vemos más claramente que la verdades solo una versión de las cosas, ¡pero es que también lo es en tercera!el lector es adulto y debe decidir si confía en ella. Yo no sé qué aconsejarle. El lector es el detective, no yo”.

Algunas imágenes poderosas se clavan en la memoria, como la de una chica que usa las riendas de modo singular. “Nunca me lo preguntaron, pero lo de las riendas viene de que mi madre las utilizaba conmigo cuando yo era niño”.

–¿cómo? ¿su madre le ataba?

–¿No es eso normal en España?

Yo creía que… vaya, conozco más niños a los que sus padres cogían así, atados con una cinta flexible, que les permitía moverse pero con libertad limitada, recuerdo perfectamente esa sensación.

—Xavi Ayen, La Vanguardia, 24 de agosto de 2022