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Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Cărtărescu: el escritor que levita a lomos de su mente – Martes Literarios – El Diario Montañés

Hay escritores que piensan en lo que van a decir antes de ponerse a escribir. Otros, en cambio, descubren qué quieren decir a medida que van escribiendo. Entre los primeros abundan, principalmente, los novelistas que, en primer lugar, diseñan el andamio del libro: elección del tema, documentación, argumento, personajes, tramas, subtramas, estructura general, ritmo, desenlace. Algo así como el guion de una película, con la salvedad de que la novela se escribe y no se rueda. Resumiendo: son autores que toman muchas decisiones antes de sentarse delante del ordenador. Entre los otros escritores (los que nada planifican) abundan los poetas, que suelen descubrir lo que quieren decir a medida que los poemas son escritos e, incluso, después de haberlos escrito siguen sin tenerlo demasiado claro. Algunos novelistas (los menos) se aventuran también a escribir así, abandonándose a lo que llegue sin ninguna preparación previa. La literatura, para ellos, es una especie de misteriosa revelación, un rito de autoconocimiento. Escribir un libro de largo aliento sin un andamiaje es como lanzarse a cruzar el océano sin instrumentos de navegación. Lo normal es naufragar, o acabar (los pocos que tienen el talento para ello) escribiendo libros raros y geniales, insufribles a ratos, erráticos, confusos, laberínticos, alejados de la tradición o del gusto común, pero llenos de fogonazos, descubrimientos, lirismo y maravillas. A mí, personalmente, me interesa como lector más esta segunda forma de literatura.

Hablo de todo esto porque esta semana nos visita (imparte un curso en la UIMP) el que es considerado por muchos como uno de los mejores escritores de nuestro tiempo: Mircea Cărtărescu. Se trata de uno de esos autores que se lanzan a la aventura de escribir sin tener un plan previo. Que sea poeta tiene mucho que ver en esa forma de enfrentarse a los largos textos narrativos. El autor rumano vive la escritura como una religión y no como una profesión. Él mismo confiesa que practica la escritura «con devoción, en soledad, en aras de la alegría personal y de la búsqueda de uno mismo». Cărtărescu es extremadamente singular: escribe siempre a mano, nunca planifica y nunca corrige sus textos una vez escritos (asegura que nunca ha arrancado una página ni tachado una palabra). Escucharle hablar de cómo escribe es fascinante: «Nnunca, incluso por la mitad de un libro de mil páginas, he sabido qué voy a escribir en la página siguiente. Pero he sabido que mi mente lo sabe». El escritor es un jockey, dice, pero es el caballo el que gana la carrera. Hay que molestar al caballo lo menos posible, solo hay que dejar que corra libre y confiar en él. El escritor rumano explica que no usa la fusta, las riendas ni las espuelas como hacen otros escritores sino que se limita a levitar a lomos de ese caballo que es su mente.

Cărtărescu es un escritor singular, poco común, en el que la literatura se funde con su vida hasta el punto de que ambas acaban siendo una sola cosa. Le preguntaron en una ocasión que por qué escribía a pesar de que cada vez hay menos lectores. Su respuesta explica quién es este autor rumano extraño y genial y personalísimo: «Seguiría escribien­do aunque no quedara nadie que supiera leer, incluso aunque fuera la última persona en el mundo. La escritura es un órgano vital de mi cuerpo, una de sus funciones vitales. Preguntarme por qué escribo cuando nadie lee ya es como si me preguntaras por qué respiro si nadie más respira en este mundo».

—Marcos Díez, El Diario Montañés, 30 de agosto de 2022