La editorial Impedimenta recopila parte de la ficción juvenil e inédita de Philip Larkin, escrita bajo el seudónimo de Brunnette Coleman
Entre 1940 y 1943, tan lejana parecía la posibilidad de una paz victoriosa para las potencias aliadas y tan negro el futuro de los jóvenes ingleses, que P. Larkin y sus compañeros de Oxford emplearon todas sus fuerzas en beber, escuchar jazz, enamorarse de mujeres reales o imaginarias y, sobre todo, en escribir. Su fecundidad creativa fue enorme: poemas, ensayos literarios, embriones de novelas, reseñas, un extenso diario, y además dos novelillas con las que contribuyó a un subgénero ampliamente abordado en el ámbito de la academia inglesa y estadounidense, el de la novela colegial o «de campus».
Las firmó con el pseudónimo de Brunette Coleman e incluso inventó una falsa autobiografía de la supuesta autora. Tanto la autobiografía como las dos novelas –Enredo en Willow Gables y su secuela Trimestre de Michaelmas en St. Bride– son recogidas en la edición que Impedimenta publica por primera vez en español con traducción de Alicia Frieyro.
Muchos años antes de convertirse en el «ermitaño de Hull», el estudiante Larkin escribió dos amenas nouvelles ambientadas en instituciones educativas femeninas que hasta la fecha han permanecido inéditas en nuestra lengua. Bien para entretener a sus compañeros de Oxford, desprestigiar a chicas que conocía o denunciar el sistema escolar femenino, Larkin aliñó fantásticamente la trama con elementos salaces y de suspense. Al igual que Robert Musil (aunque con un tratamiento mucho más festivo y distanciado) en Las tribulaciones del estudiante Törless (1906), donde se ponían de relieve las contradicciones del Instituto W., un internado de cadetes militares en el que se imponía una disciplina opresiva y se toleraban la violencia entre estudiantes, las colegialas de W. Gables sufren conflictos de identidad sexual y son víctimas de abusos. Los encuentros nocturnos ilícitos, los partidos de hockey hierba y los castigos corporales como método correctivo dan lugar a un subtexto lésbico y masoquista que sólo la elegante capacidad de síntesis de Larkin y la renuncia al detalle hacen tolerables.
Desde su infancia –regida, por lo demás, por la tipicidad de la clase media inglesa–, Philip A. Larkin (Coventry, 1922 – Hull, 1985) sabía que la literatura sería su único compromiso vital. Su tartamudez y cierto humor mundano le convirtieron en un joven irónico, retraído y burlón. Mientras el mundo se hundía en una guerra mundial de la que él se libró por ser miope, Larkin ingresó en el St. John´s College de Oxford. Allí conoció a Kingsley Amis (Londres, 1922-1995). Del inconformismo de ambos y su aversión hacia la impostura y la petulancia de los escritores modernistas surgió una amistad desinhibida y no desprovista de piques. Se corregían, alentaban e inspiraban mutuamente: ambos usaban las experiencias y anécdotas que el otro les confiaba como material para sus obras y se servían el uno del otro para moldear sus personajes.
Después de graduarse con honores en Literatura inglesa, Larkin empezó a trabajar en una biblioteca pública y escasamente dotada de la localidad de Wellington in Shropshire. La de bibliotecario era una profesión inesperada para alguien que soñaba con ser un novelista de éxito; un «oficio de sapo» en el que se reveló competente y que nunca abandonó porque le permitía aislarse y escribir. Fue director de bibliotecas cada vez más modernas y mejor nutridas – Belfast, Leicester y Hull–, llegando a ser esta última una referencia en los primeros procesos de automatización.
Del mismo modo inesperado, sin pretenderlo (o eso decía), se convirtió en poeta, y de los más admirados. Incluso se le ofreció el nombramiento de poeta laureado de Reino Unido, que rechazó. Las obras The Whitsun Weddings (1964, editada como Las bodas de Pentecostés por Lumen en 2007) y High Windows (1974, editada como Ventanas altas por Lumen en 1990) forman parte del canon poético actual para los lectores británicos. Su poesía se puede leer en español en la edición Poesía reunida de Lumen (2014).
Aunque algunas situaciones de Enredo en Willow Gables y Trimestre de Michaelmas en St. Bride puedan incomodar, la atmósfera y el estilo convencerán al lector. En estos apuntes vivaces y ágiles sobre la vida en el college –la poesía de Spenser, el deporte, las fiestas secretas– apreciaremos la inteligencia desprejuiciada de Larkin y no notaremos ningún rastro de su bisoñez. Aunque primerizas, no dejan de ser novelas de un «poeta-que-será»: resultan muy hermosas las evocaciones de la universidad de Oxford y su apacible letargo, ajeno al trasfondo de guerra y desazón que vivía el mundo entonces.
—Mireia G. Sanz, El Debate, 10 de septiembre de 2022