cabecera 1080x140

Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2008 (Grupo Contexto)

Autores de renombre para la vuelta de vacaciones – «El ala derecha», de Mircea Cărtărescu – Qué Leer

En el año 2012, surgía un fenómeno venido de esos lugares periféricos de nuestra Europa en la que parecen solo contar los países económicamente avanzados pero desde los que se asoman nombres de desconocidos que, de repente, aparecen como candidatos al premio Nobel. Eso le venía pasando últimamente al rumano Mircea Cartarescu (1956), un artista del lenguaje y de la experimentación al modo de James Joyce que escribió una obra llamada Travestí (1994) pero que, en su edición castellana (Impedimenta, 2011), recibió el nombre de Lulu. La maestría y rareza de este narrador se apreciaban ya en su anterior relato que llegó a nosotros, El Ruletista, y tenía continuación con esta sorprendente novela, gran desafío para la traductora, Marian Ochoa, pues el delirio de imágenes, visiones y emociones que sustentaba el argumento hacía del texto un campo tan llamativo como retórico.

De repente, el autor del este de Europa de moda era rumano y respondía al nombre de este narrador nacido en Bucarest en 1956. A su alrededor se formó enseguida una cohorte de admiradores que llevó a un agasajo unánime y a citarlo como candidato al premio sueco hasta que tal cosa se difuminó, como suele ocurrir en estos casos. Pero entonces la fama labrada ya rindió beneficios, y la editorial Impedimenta volvió a recurrir a Ochoa, que hizo otro gran trabajo con el libro Nostalgia (Impedimenta, 2012), pues no sería nada fácil captar esa prosa tan de tono introspectivo que mostraba este grupo de cuentos.

Más adelante, gracias a Las Bellas Extranjeras (Impedimenta, 2013), tuvimos felizmente, mediante tres textos ligeros, entretenidos, de corte humorístico y autobiográfico, a un Cartarescu que se presentaba muy lejos de la aureola que le habían colocado sus admiradores más incondicionales, de sujeto misterioso y creador de una literatura onírica y compleja. Luego vendría un extenso poema en verso y prosa, El Levante (Impedimenta, 2015), toda una epopeya que bebe de la experimentación lúdica del Ulises joyceano. Este doctor en Literatura Rumana por la Facultad de Letras de la Universidad de Bucarest quiso viajar al género iniciático- literario de la Antigüedad griega para modelar su peripecia llena de presente (las referencias a literatos o personalidades del siglo XX son continuas), pero, en una vuelta de tuerca, ubicándola en el XIX.

Pues bien, al final nos ha llegado un proyecto que comenzó con Solenoide, el largo diario de un escritor frustrado que desgranaba su infancia y adolescencia en los arrabales de una ciudad comunista, trasunto de una Bucarest gris, arruinada y melancólica. Por otro lado, teníamos El ala izquierda, que abría Cegador, la monumental trilogía del autor, que desarrollaba una suerte de ejercicio de autoexploración literaria sobre la naturaleza femenina y la madre, al tiempo que constituía un viaje ficticio a través de la geografía de nuevo de Bucarest. Esta servía de epicentro para la historia universal, dado que se pretendía un viaje también que abarcaba desde el principio hasta el final de los tiempos. Por ella pasaban circos errantes, agentes de la Securitate, gitanos adictos a la flor de la amapola, otra misteriosa secta, un ejército de muertos vivientes y ángeles bizantinos enviados para combatirlos…

La segunda entrega de esta serie fue El cuerpo que nos presenta a la Bucarest de mediados de los años sesenta. Rumanía está dominada por los comunistas, y en ella, otra vez su protagonista Mircea, de ocho años de edad, irá viendo cómo esa realidad tan oscura tiene tintes tan asombrosos como cómicos. Y ahora llega la tercera parte, El ala derecha que nos dice que «era el año del Señor de 1989. La gente oía hablar de guerras y de revueltas, pero no se asustaban, pues esas cosas tenían que suceder». Estamos en el último año del hombre en la Tierra, el año de la Revolución. La dictadura de Ceausescu vive sus estertores y en los circos del hambre, colas de mujeres esperan a la comida que no llega. Bucarest es una ciudad de muertos y de noche, de ruinas y miseria. El joven Mircea se debate entre visiones alucinadas de una ciudad que se asoma al fin del mundo, embarcado en una disección salvaje y mística de la primera infancia, en un viaje onírico por el laberinto de la genealogía familiar, en que todo converge y todo acaba, en una plenitud tan fugaz como el latido de un ala de una mariposa.

—Toni Montesinos, Qué Leer, 15 de septiembre de 2022