Mircea Cartarescu, candidato al Nobel: «La realidad no es algo objetivo sino una construcción, el sueño más sutil que podemos tener»
Acaba de publicarse en el país «Poesía esencial» del escritor rumano, considerado el mejor representante de las letras en su idioma. Habló con Clarín Cultura.
¿De qué hablamos cuando lo hacemos de una literatura mayor? En una sola palabra diríamos Cărtărescu; en más ejemplificadoras, pues de una narrativa virtuosa, de alta contingencia, cómo no, despojada de barroquismos y sin embargo plagada de una exuberante potencia. El autor rumano acaba de publicar su Poesía esencial en edición bilingüe y con esta excusa Clarín Cultura intercambió –en exclusiva– palabras con él.
Según el mismo Mircea Cărtărescu, primero se define poeta, luego vendrán escritor-docente universitario-crítico cultural-ensayista como reflejo de su identidad. Lo cierto es que el escritor rumano nacido en Bucarest en 1956 es el mejor representante de las letras en su idioma y, desde hace años, su nombre suena entre los candidatos al Nobel de Literatura.
Recibió hace apenas pocos días el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2022 «por su prosa imaginativa y deslumbrante» y apenas poco antes fue investido doctor honoris causa por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Madrid, lo cual da cuenta de su relación con el lector en español. En 2020, participó de la edición virtual del Filba y dejó frases como esta: «Sabato es el Dante Alighieri del siglo XX».
“Debo mi reciente (y relativa) popularidad en el mundo de habla hispana no solo a mi modesta literatura, sino también al trabajo entusiasta y muy duro de dos personas a las que quiero y admiro mucho, mi editor en España, Enrique Redel, director de Impedimenta, y mi traductora Marian Ochoa de Eribe. Sin sus fantásticos esfuerzos por recrear mis libros en su idioma y promoverlos en todos los países donde se habla español, mi obra aún sería desconocida en el enorme espacio del mundo hispano”, dirá –humildemente– al respecto.
Repasemos su obra (al menos la traducida) para conocerlo mejor. De la poesía justamente que desarrolló sobresale El levante, publicado en 1990 y ganador del Premio de la Unión de Escritores Rumanos, e Impedimenta recuperó en 2015 en una versión especial preparada por el mismo autor.
Ya en aguas narrativas aparece el volumen de cuentos Nostalgia (1993; Impedimenta, 2012, galardonado por la Academia Rumana), que dispara con su célebre relato El Ruletista, un cuento originalmente prohibido por el régimen comunista por lo implícito de su historia y quizá lo mejor de su obra corta.En pantalla, el poeta y ensayista rumano Mircea Cartarescu, cuando ganó el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2022. Foto EFE/ Francisco Guasco.
Continúa con Lulu (originalmente de 1994; en español siempre por la misma editorial en 2011), brillante nouvelle donde la figura del Doppelgänger –ese doble fantasmagórico que tan bien ilustraron Cortázar, Mary Shelley o Guy de Maupassant– es protagonista cruel y amoroso, dramático y querido, y ganó el Premio ASPRO.
La trilogía Cegador (1996-2007) resulta su coronación literaria y contiene El ala izquierda, El cuerpo y El ala derecha, lo que le valió una importante cantidad de distinciones por una precisa ejecución literaria entre los géneros onírico y realista.
Le siguen dos libros de cuentos: Las Bellas Extranjeras y El ojo castaño de nuestro amor, para finalmente llegar a Solenoide (2015; Impedimenta, 2017), acaso su obra más reflexiva, que posicionó a Cărtărescu como uno de los mejores escritores europeos contemporáneos. En 2018, un jurado reunido en Buenos Aires lo nombró ganador del prestigioso Premio Formentor de las Letras.
Poesía esencial contiene poemas seleccionados por el autor, y para su precisa traducción, a Eribe se suma Eta Htrubaru, quienes destacan en el prólogo que “este volumen de aire hermético y asombroso, produce perplejidad y alegría. Esta es la provocación. Perplejidad y alegría. Un feliz encuentro siempre que tiene lugar”.
Había dicho en una entrevista durante la pandemia que había vuelto a su primer amor: la poesía. “Los poemas que escribí durante la pandemia no están incluidos en la antología Poesía esencial. Están recogidos en un pequeño libro de ‘poesía pobre’ bajo el título Nunca llores por ayuda, y difiere totalmente de mi obra poética anterior. Son gritos de dolor, como los de una persona torturada o de alguien que tiene una enfermedad terminal. Es el libro más sincero y dramático que he escrito. Los versos son breves y sencillos, sin nada ‘poético’, sin metáforas, sin símbolos, sin nada».
«Cuando sufres –siguió– no tienes tiempo para hacer metáforas, solo lloras. En cuanto a mi poesía escrita hace treinta o cuarenta años, era una combinación entre la vanguardia europea y el surrealismo por un lado, y la poesía beat americana por el otro. Todos mis poemas de esa época eran fuegos artificiales, llenos de imágenes e ironía, llenos de entusiasmo. Hubo historias de amor, historias metafísicas, incluso religiosas, en un esfuerzo por incluir en mi poesía ‘Todo’, como sonaba el título de una de mis colecciones”.
–Podemos decir que era un enfant terrible o que la Generación Beatnik –a diferencia de lo que vivía entonces, la libertad al otro lado del océano y su propia realidad– fue muy importante. ¿Resultaba difícil llegar a esos libros?
–La poesía moderna americana se publicó en los 70 en Rumania en antologías muy grandes y sustanciosas donde podíamos leer poetas imprescindibles como Allen Ginsberg, Gary Snyder, Lawrence Ferlinghetti o John Berryman y Frank O’Hara. Los teníamos también en original porque sus libros eran pasados de contrabando por la frontera por gente que podía viajar. Tuvimos acceso al rock de aquellos tiempos que influyó mucho en nuestra poesía.
En los 70 y 80 teníamos nuestro pequeño movimiento flower power, clandestino, marginado por el poder, donde nos sentíamos como en casa y escribíamos nuestra poesía con absoluta libertad de espíritu. Publicarlos era otra cosa porque la censura a veces era muy dura.
–Encontramos en Poesía esencial arquitectura, laberintos borgeanos, y sobre todo una Bucarest muy presente, una composición que recorre toda su obra.
–En mi adolescencia creía que Bucarest era la ciudad más bonita del mundo porque nunca había viajado al extranjero y no podía hacer ninguna comparación.
Me encantaban sus bulevares, sus otoños nostálgicos con brillantes telarañas en el aire, con hermosas chicas pasando a mi lado, disfruté de sus cines y cafés, sus librerías con las nubes reflejadas en sus vidrieras. Mi poesía especialmente, pero también muchas páginas de mi prosa están impregnadas de amor por mi ciudad natal. A veces veía a Bucarest como un alter ego de mí mismo, una especie de hermano gemelo.
En mis ensoñaciones no podía dejar de pensar: Dostoievski tiene San Petersburgo, Joyce tiene Dublín, Durrell tiene Alejandría, Virginia Woolf tiene Londres. Quizás Bucarest era mi destino, mi oportunidad de tener mi propia ciudad literaria, fantástica, ‘irreal’, construida no bajo el cielo sino bajo mi cráneo.
–Poesía esencial. ¿Esencial como absolutamente necesario? ¿Cómo lo siente? No solo el título sino la poesía misma.
–El título de la colección lo puso mi amigo y editor Enrique Redel. Me gusta porque tiene la palabra “poesía”. La otra, “esencial”, es acertada, por lo polisémica. Alude al hecho de que solo se incluyen mis poemas más importantes y por otro lado que la poesía es en sí misma una parte esencial del mundo.
Lo cual realmente creo con todo mi corazón y mi alma. Siendo sinónimo de gracia y libertad mental, la poesía no se trata solo de escribir poemas, sino también de vivir la vida con belleza y decencia, en concordancia con la naturaleza y la gente.
–¿Cómo es su relación con el mundo real? No hay poesía social (lo que cabría esperar) y sin embargo no es escapista. OK, crea nuevos mundos, ¿podemos decir que pone la poesía o un mundo literario al servicio de la vida misma?
–No hay oposición entre realidad y fantasía, sueños, visiones, alucinaciones, profecías o poesía. Todo es producto de nuestra mente. La realidad no es algo objetivo sino también una construcción, el sueño más sutil que podemos tener.
Tuve la oportunidad de comprobar esto en muchas situaciones de mi vida, cuando de repente aparecían grietas y portales en la superficie lisa de la “realidad” a través de los cuales podía ver otros mundos, algunos aterradores, otros de extraña belleza.
La realidad y el sueño son como una banda de Moebius: no se puede saber dónde comienza y dónde termina uno. Lo mismo ocurre con el mundo “real” y los mundos ficticios que se encuentran en novelas y poemas. No hay oposición entre ellos. Como en un cuento de Cortázar fluyen a la perfección el uno con el otro.
Cuando leía un libro en mi infancia permanecía en la cama durante horas, la habitación se oscurecía tanto que ya no podía ver las letras pero aún así continuaba con la historia en mi mente. Todos los libros son puertas abiertas en los muros de la realidad: urge explorar las maravillas que nos esperan allí.
–Cuando uno cierra este libro, lo sintió, lo vivió, lo padeció y sobrevuelan sentimientos de éxtasis, perplejidad… ¿Usted qué siente?
–Melancolía. Cada vez que termino un libro se me llenan los ojos de lágrimas. Es como cuando te deja un amante. O cuando hay que despedirse de la vida en tu lecho de muerte. Tengo ganas de perderlo todo sin ninguna esperanza de volver, porque solo se puede escribir un libro una vez. Escribir un libro es una historia de amor: el mundo toma el color de los ojos de tu amante. Por eso cada libro es diferente.
–¿Qué pasa con la mala poesía?
–Lo digo siempre: los malos poetas están bien. Por lo general, no matan, roban ni violan a nadie. Son cándidos en su poesía que consideran buena e importante. Y es así, aunque solo lo sea para ellos y sus amigos. No saben que son malos poetas, como los gatos no saben que son gatos.
La poesía los necesita, porque un buen poeta necesita la ley de los grandes números para figurar en una cultura. Cuantos peores poetas haya en un mundo literario, mejores poetas habrá. Hay algunos poetas reputados que no me gustan pero tampoco los odio.
Franny, el personaje de Salinger, dijo sobre su poesía: «Puede que sea un rey de excrementos de sintaxis terriblemente fascinantes», y no poesía real, que no es sofisticación sino belleza. Desde este punto de vista, no me gusta Paul Valery, por ejemplo. Su poesía está llena de excrementos sintácticos.
Cartarescu Básico
- Bucarest, 1956. Es poeta, narrador y ensayista. Doctor en Literatura Rumana por la Facultad de Letras de la Universidad de Bucarest. Está considerado el más importante escritor rumano de la actualidad. De su obra poética, que cultivó a lo largo de la década de los ochenta, destaca El Levante (1990; Premio de la Unión de Escritores Rumanos), que Impedimenta recuperó en 2015, en una versión especial preparada por el autor.
- Dio el salto a la narrativa con el volumen de cuentos Nostalgia (1993; Impedimenta, 2012; Premio de la Academia Rumana), que se abre con su célebre relato «El Ruletista» (publicado de modo independiente por Impedimenta en 2010). Le siguió Lulu (1994; Impedimenta, 2011), novela tortuosa y genial que indaga en el misterio del doble, y que le valió el Premio ASPRO.
- Su novela, Solenoide (2015; Impedimenta, 2017), considerada su proyecto más maduro hasta la fecha, fue incluida en el listado de los mejores libros del año por la prensa cultural española e iberoamericana.
- En 2021 aparece en español Poesía esencial, una recopilación de poemas seleccionados por el propio autor y escritos durante sus primeros años creativos.
- En 2018 fue galardonado con el prestigioso Premio Formentor de las Letras, y ha obtenido galardones de la importancia del Leipzig Book Award for European Understanding, el Premio Gregor von Rezzori, el Premio Thomas Mann, el Premio del Estado Austriaco a la Literatura Europea y el Premio FIL de Literatura y Lenguas Romances. Sus textos han sido vertidos a más de una decena de idiomas.
- Es el autor rumano más apreciado en el extranjero, y hay quienes consideran que podría ser el primer escritor en lengua rumana en obtener el Premio Nobel de Literatura.
—Lala Toutoniá, Clarín, 15 de septiembre de 2022