“En Rusia, cuando se desatan las cosas, no queda títere con cabeza. Esto no es Francia, aquí no se actúa de forma tan civilizada. No construimos guillotinas pulcras y bonitas para enemigos selectos. A nosotros nos arrancan el corazón a dentelladas y luego lo pisotean”.
Asusta, ¿no?, da un poco de miedo, dadas las circunstancias, pensar en todo lo que el pueblo ruso arrastra como memoria histórica, recordar, poner caras y nombres a ese pasado reciente que sobrevuela por encima de los hechos que reflejan los libros de texto y que ha determinado las circunstancias de las vidas de tantas personas. No, efectivamente no es lo mismo saber que el asedio alemán de Stalingrado fue terrible que leer cómo lograron sobrevivir a él Rosa Masur y sus hijos, no es lo mismo saber que se pasó hambre y frío que emocionarse con cada línea sintiendo cómo se las arreglaron para superar el invierno más gélido, a base de sopas de suela de zapato y algún que otro canario doméstico, durmiendo con abrigo todos en el mismo camastro, viendo cómo los vecinos enferman y mueren…
Pero si solo fuera eso, si los años de la terrible II Guerra Mundial no hubieran sido solo el colofón espeluznante de una primera mitad de siglo que para la niña judía rusa Rosa Masur empezó con persecuciones, odio antisemita, sangrientas revoluciones, dictadura del proletariado y un larguísimo etcétera de injusticias, y que continuó, ya como mujer, bajo la opresión del régimen stalinista.
La particular memoria de Rosa Masur, la novela de Vladimir Vertlib (San Petersburgo, 1966) que ganó los premios Adelbert von Chamisso y Anton Vildgans, llega ahora a nuestras librerías gracias a la iniciativa de la editorial Impedimenta. El público español tiene así la oportunidad de deleitarse con una magnífica obra que parece tener mucho en común con las clásicas novelas rusas del siglo XIX, con una protagonista que comparte rasgos con las Anna Karenina, los Karamázov, los doctores Zhivago, todos esos personajes que han sobrevivido a las guerras, al hambre, al frío y al olvido, para instalarse por siempre en la memoria colectiva e ilustrar con sus vidas noveladas la trágica historia de Europa del Este.
La particular memoria de Rosa Masur es una novela perfecta para leer a cortos sorbos, como quien calienta el cuerpo para afrontar con garantías de éxito la llegada del invierno. Una historia que te enseña a entender con una perspectiva humana la memoria reciente de nuestro continente y te deja recorrer la piel y repasar con el dedo la superficie de todas esas cicatrices que van quedando en los cuerpos que han pasado muchas calamidades, las fronteras geográficas anuladas y vuelta a levantar, las preciosas ciudades masacradas, las aldeas borradas del mapa y los millones de vidas que se sacrificaron aquí tan cerca por ideales que ya no recordamos.
Así, como Rosa Masur, es como la gente sufre, como las personas resguardan su dignidad aunque se vean envueltas en conflictos bélicos, religiosos, raciales, en odios que escapan por la rendija de la puerta del hogar y van apoderándose del vecindario, del barrio, partiendo en dos la ciudad, el país y el continente.
Desde la caída de los zares hasta la del Muro de Berlín, los acontecimientos históricos representan el telón de fondo ante el que se desarrollan los más de noventa años de vida de Rosa Masur. De nieta a abuela, se repasa la trayectoria vital de una mujer que supo salir adelante a pesar de todo y soñó siempre con un escenario mejor para ella y los suyos, un destino tan lejano y fabulosamente hermoso como Aix-en Provence, aquella ciudad de la que su vecina Svetlana les contaba maravillas, mientras caía la tarde a través de las ventanas de la cocina del piso comunal.
—Soledad Garaizábal, El Imparcial, 9 de octubre de 2022